Redacción, 30-10-2017.- Como cada año llega el cambio de hora y aunque aparentemente solo se trata de ajustar el reloj la noche del sábado para que a las 3.00h vuelvan a ser las 2.00h, estos 60 minutos de más pueden influir negativamente en el bienestar de las personas más sensibles, provocándoles desde alteraciones de sueño a distimia, fatiga o desajustes en la alimentación durante algunos días. Así lo explica el director médico de eHealth y Comunicación de DKV Seguros, Ferran L. Tognetta, quien también nos da algunos consejos para sobrellevar mejor los posibles efectos adversos del paso del horario de verano al horario de invierno.
Los efectos del cambio estacional de horario son muy diversos. Los más habituales son los trastornos de sueño, el cansancio y la fatiga, aunque también se pueden padecer cambios en el estado de ánimo y alteraciones en los hábitos alimenticios. Unos desajustes que, en consecuencia, pueden llegar a provocar irritabilidad, falta de concentración, somnolencia, nerviosismo, cefaleas, astenia, distimia e incluso molestias digestivas en las personas con más sensibilidad.
Nuestro organismo tiene un reloj fisiológico que se encarga de regular nuestro ritmo circadiano –diario, mensual y anual- a partir de la información sobre luz solar, temperatura y estímulos del entorno que le proporcionan tanto las actividades sensoriales como las hormonas. Cuando las variables ambientales exteriores cambian de forma repentina, nuestro reloj interior se desorienta y se producen reacciones adversas.
Desde DKV recomiendan tratar de adaptarse al nuevo horario paulatinamente los días previos al cambio de hora. Por ejemplo, acostándonos un poco antes para, así, acostumbrar al ritmo circadiano y evitar el cambio brusco de una hora.
Asimismo, para prevenir los problemas de sueño, es aconsejable suprimir las siestas –aquellas personas que acostumbren a descansar por la tarde- tanto los días previos como los días posteriores al ajuste del reloj. De hecho, se pueden sustituir por la práctica de ejercicio físico, siempre que sea moderado, ya que éste nos ayudará a ajustar nuestro ritmo circadiano.
Paralelamente, es importante acostarse con el estómago satisfecho –sin hambre y sin estar demasiado llenos-, así como tratar de dejar un tiempo entre la cena y la hora de irse a la cama para hacer una buena digestión. Eso nos ayudará a conciliar el sueño. Además, a partir del mediodía, se recomienda evitar las bebidas con cafeína, teína o alcohol, ya que son estimulantes.
Por último, debemos tener en cuenta que ver la televisión en la cama o usar los dispositivos móviles antes de irnos a dormir, es una práctica que puede afectar a la calidad de nuestro descanso nocturno, por lo que se aconseja evitarla, al menos, durante los días posteriores al cambio horario.