Bartolomé Beltrán, 17-06-2016.-En los últimos años se ha ganado en calidad de vida y salud. Estamos mejor informados y nos preocupamos más de nuestra salud. Por ello, es muy importante que la información que recibe el paciente sea adecuada y completa, a la vez que sencilla.
Precisamente los farmacéuticos forman parte de ese entramado de comunicación, pues en su actividad asistencial tienen la posibilidad de informar a los ciudadanos-pacientes puesto que son más de dos millones y medio los que visitan cada día las Oficinas de Farmacia.
En el caso de los pacientes con fibrilación auricular no valvular por ejemplo, que están tomando un tratamiento anticoagulante oral basado en antagonistas de la vitamina K, deben saber que el rango correcto de INR debe estar entre 2 y 3. Si no lo consiguen, es importante consultar al médico o enfermera para evitar complicaciones como el ictus.
Como sabemos, el Ictus es la primera causa de muerte de la mujer y la segunda en los hombres en España. En definitiva, sabemos que una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Y también conocemos ese dato demoledor de que el 25 por ciento de las personas que padecen un ictus muere durante los 30 días siguientes. Pero la cuestión es que no conseguimos frenar las cifras y el número de pacientes atendidos en hospitales por enfermedades cerebro-vasculares ha aumentado un 40 por ciento en los últimos 15 años. Así pues, hablamos de un grave problema no sólo sanitario sino socio-económico, con lo que el ictus es un problema de salud pública de primera fila.
Los sanitarios sabemos que los anticoagulantes son fármacos usados para prevenir o tratar enfermedades graves y situaciones que amenazan potencialmente la vida. Este tipo de fármacos, impiden que la sangre se coagule, evitando por tanto la formación de coágulos o impidiendo su crecimiento y favoreciendo su disolución en caso de que ya se hayan formado.
En el caso de la fibrilación auricular la sangre puede formar un coágulo en el corazón. Este coágulo o trombo puede llegar al cerebro bloqueando el flujo sanguíneo y provocar un ictus. Por eso es tan importante la anticoagulación puesto que puede detener este proceso.
Los sanitarios son quienes mejor pueden informar y asesorar sobre el tratamiento más adecuado para cada caso, pero en líneas generales podemos decir que existen básicamente dos tipos de anticoagulantes orales.
Los tratamientos tradicionales, que ejercen su efecto anticoagulante de forma indirecta, y cuyo efecto se debe monitorizar de forma periódica a través de control del INR.
Y los anticoagulantes orales de acción directa, tratamientos más recientes, que ejercen un efecto inhibidor directo sobre un único factor clave de la coagulación y que se toma a dosis fija sin necesidad de controles periódicos.
Por eso, si se toman anticoagulantes tradicionales es importante asegurar el buen control y que el INR se encuentra en un rango entre 2-3, porque si no lo está entonces pueden sobrevenir las complicaciones. Seguro.