Redacción, 27-10-2014.- “Es un fruto, como de almendras, que venden molido y tiénenlo en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias”. Así presentaba Hernán Cortés el cacao a Carlos I, a su regreso del entonces “Nuevo mundo” recién descubierto por Colón. El nombre científico de esa venerada bebida originariamente de sabor amargo es Theobroma cacao, que literalmente significa alimento de los dioses. Las leyendas mayas y aztecas cuentan que fue un regalo divino a los “mortales”, según recoge Pilar Quijada en ABC Salud.
Un delicioso regalo que desde entonces ha gozado de buena fama y a partir de ahora la tendrá mejor aun. Las propiedades neuroprotectoras que se le han atribuido acaban de ser confirmadas por un estudio publicado en la prestigiosa revista “Nature Neuroscience”.
Uno de sus componentes, la epicatequina, un flavonol con acción antioxidante, ha demostrado su eficacia para revertir las pérdidas de memoria normales asociadas a la edad. Esas que a partir de los cincuenta hacen más difícil localizar el coche en el aparcamiento del supermercado o que haya que poner más empeño en aprender cosas nuevas o recordar nombres.