Redacción, 03-07-2015.- Después de varias y sonadas decepciones, los fármacos antiobesidad vuelven a vislumbrarse como una ayuda efectiva para perder peso, informa Cristina G. Lucio en el diario El Mundo. Entre los distintos candidatos que se postulan, destaca, señala, liraglutida, que recientemente ha recibido el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento y esta semana protagoniza un artículo en la revista The New England Journal of Medicine.
El trabajo muestra que el medicamento es muy útil contra el exceso de peso en adultos. Mejora el estado metabólico y, con los datos disponibles, no se asocia a efectos secundarios graves. Esta era una de las principales preocupaciones de los especialistas que, en los últimos años, han asistido a la retirada de promesas antiobesidad como rimonabant o sibutramina, por sus riesgos. En realidad, liraglutida es un viejo conocido de los endocrinólogos, ya que se emplea desde hace años en la diabetes tipo 2, si bien no suele ser una terapia de primera línea.
El fármaco, desarrollado por NovoNordisk, actúa sobre la regulación del apetito. «Es un análogo humano del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) que estimula la secreción de insulina y que provoca un efecto saciante fisiológico», explica Javier Salvador, director del departamento de Endocrinología de la Clínica Universidad de Navarra. «Su efecto ralentiza el vaciamiento gástrico, lo que contribuye a reducir las ganas de ingerir nuevos alimentos», continúa. Este mecanismo de acción, aclara, no tiene nada que ver con los de los citados sibutramina y rimonabant que, de distintas formas, actuaban sobre procesos de neurotransmisión, por lo que no cree que se asocie a los problemas que provocaron la retirada de estos fármacos.
Rimonabant salió del mercado en 2008 debido a sus riesgos psiquiátricos asociados y sibutramina lo hizo después de que se constatara un aumento de trastornos cardiovasculares. Coincide con su punto de vista Gabriel Olveira, especialista en Endocrinología del Hospital Regional Universitario de Málaga y miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), quien aclara que la mayoría de los efectos secundarios que se han relacionado con el uso de liraglutida «tienen que ver con el aparato digestivo, principalmente náuseas y vómitos». Con todo, la Agencia Europea del Medicamento ya ha adelantado que monitorizará especialmente la aparición de casos de pancreatitis, un problema asociado en ocasiones previas al uso de productos con similar mecanismo de acción. «Estamos francamente esperanzados con las posibilidades de este fármaco», señala Salvador, que confía en que con el visto bueno de la EMA, el medicamento no tarde demasiado en estar disponible para los pacientes con obesidad en España, aunque no sabe si contará con la financiación de la seguridad social.
Según las indicaciones de la EMA, el fármaco está dirigido a personas con un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m2, así como en aquellos con un IMC superior a 27 kg/m2 que además presenten algún factor de riesgo adicional, como la hipertensión o unos niveles de colesterol elevados. En cualquier caso, el medicamento siempre deberá indicarse junto a una dieta baja en calorías y un plan de ejercicio. Este perfil de pacientes fue el que seleccionó, en distintos países del mundo, el equipo dirigido por Xavier Pi-Sunyer, de la Universidad de Columbia (EEUU), que comparó los resultados de un tratamiento de liraglutida durante 56 semanas con los de un placebo. A un total de 2.487 individuos se le indicó una dosis diaria de 3 mg del fármaco de Novo-Nordisk (inyectable por vía subcutánea), mientras que otras 1.244 personas con problemas importantes de peso recibieron de forma similar una sustancia inocua. Tras algo más de un año de seguimiento, se comprobó que las personas que se habían sometido al tratamiento farmacológico habían perdido una media de 8 kilos, mientras que el otro grupo había adelgazado una media de 3. Es más, observaron que el 63% de los que recibieron liraglutida consiguió perder al menos el 5% de su peso corporal, comparado con el 27% que lo hizo tras recibir un placebo.
Un editorial que acompaña al trabajo en la revista médica alaba los resultados de su investigación –en la que ha participado la compañía farmacéutica responsable de su producción–, si bien también subraya que el mecanismo de aplicación del fármaco –inyecciones– «no es trivial», así como tampoco lo es su coste. Una presentación de dos plumas con una dosis menor del fármaco (para el tratamiento de la diabetes se indica un máximo de 1,8 mg) cuesta unos 138 euros. Para Gabriel Olveira, aunque liraglutida trae «buenas noticias» para las personas con exceso de peso, «no hay que olvidar que los medicamentos no son la solución del problema. La clave está en cambiar los hábitos de vida».
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