A continuación parte de la entrevista que ha concedido a 20 Minutos:
Pregunta- Has escrito «Dime qué comes y te diré qué bacterias tienes» ¿por qué te decidiste a escribir este libro?
Respuesta- Porque yo estuve estudiando un máster en microbiota humana y luego en redes sociales vi que no se tenía mucha idea sobre este tema. Por eso, pensé en darle una opción a la gente de comer bien sabiendo para qué sirve y qué hace esto dentro de nuestro cuerpo.
P- Cuando pensamos en bacterias siempre nos viene a la cabeza algo negativo, en pocas palabras, ¿cómo definirías a la microbiota intestinal?
R- La microbiota intestinal no solo son bacterias, sino microorganismos como virus, bacterias, parásitos… Tenemos bacterias o microorganismos buenos y malos, estos últimos son los potencialmente patógenos. Los buenos son los que nos van a ayudar como a digerir la fibra, por ejemplo, ya que nosotros no podemos hacerlo.
P- ¿De qué manera afecta la alimentación a la microbiota?
Nosotros tenemos que alimentar a esos bichitos que se alimentan, sobre todo, de fibra y prebióticos que son frutas, verduras, frutos secos, carne, pescado… Entonces, toda esta dieta occidental que tenemos ahora con alimentos ultraprocesados no son los que alimentan a nuestras bacterias buenas, sino que alimentan a las malas. Si nosotros comemos muchos ultraprocesados, al final, nuestra microbiota no tiene nada que comer, entonces, acaba extinguiéndose u opta por comer nuestra capa de moco que tenemos en nuestro intestino porque no tiene otra opción.
P- ¿Crees que las personas saben diferenciar, cada vez más, un alimento ultraprocesado del que no lo es?
R- Bueno, yo creo que poco a poco se va sabiendo más sobre esto, pero yo lo que noto es que la gente no es capaz de diferenciar mucho entre el procesado y el ultraprocesado. Por ejemplo, el atún en conserva es un procesado, pero no es un ultraprocesado.
P- Si tenemos una predisposición genética a desarrollar una determinada enfermedad, ¿podemos prevenirla cuidando de nuestra microbiota?
R- Sí porque lo que nos ayuda a prevenir las enfermedades es la epigenética, es decir, los hábitos en los que se engloba la alimentación, el ejercicio, el sueño, la salud mental… Entonces, aunque tengamos predisposición genética a desarrollar algo si llevamos unos buenos hábitos probablemente no la lleguemos a desarrollar. Yo siempre digo que la alimentación una vez ya tienes una enfermedad no cura, pero sí es verdad que si ya la tienes, aunque no cure, te va a ayudar un montón a mejorar la calidad de vida. Porque vas a absorber mejor la medicación, el cuerpo tendrá más capacidad de absorber vitaminas y minerales…
P- ¿Y si no tenemos esta predisposición?
R- También, porque por ejemplo puedes no tener predisposición genética a la diabetes, pero si te inflas a coca cola, pues no hay otra. Probablemente, acabes desarrollando una diabetes tipo 2.
P- ¿Qué piensas sobre la frase “el intestino es nuestro segundo cerebro”?
R- Pues mira,yo dedico un capítulo que es «Intestino cerebro» porque al final no solo tenemos neuronas en el cerebro, sino en el intestino aunque tengamos menos. Hay una comunicación intestino-cerebro que es una comunicación bidireccional, o sea, si tenemos hambre nosotros lo sabemos. Yo siempre digo la frase de «cagarse de miedo, no es casualidad». Además, es que en el intestino se produce hasta el 90% de la serotonina, la llamada hormona de la felicidad, y de la dopamina. Es muy importante esa comunicación.
P- Es decir, el estado de nuestra microbiota puede repercutir en el estrés y ansiedad…
R- Sí, si estamos nerviosos y tenemos una mala microbiota intestinal pues ese estrés se potenciará. Los microorganismos sueltan una sustancia que hace que llegue al cerebro y se cree aún más ansiedad o estrés. La microbiota lo que hace es modular eso, a llevarlo mejor o a llevarlo peor.