Redacción, 28-03-2016.- Laboratorios Cinfa y la Asociación Navarra de Autismo (ANA), en colaboración con la Fundación Atiende, han lanzado un cuento interactivo sobre el autismo, en el marco del Día Mundial de este síndrome, que se celebra el sábado 2 de abril para sensibilizar a la sociedad y difundir cómo entender este trastorno del neurodesarrollo y a sus afectados. Para ello la productora digital Caring Books ha creado un relato didáctico e interactivo para menores de entre 3 y 6 años,
La historia, titulada ‘Bruno & Pumballoo: El concierto’, está protagonizada por los personajes habituales de estos relatos animados: un niño que padece una alergia alimentaria, un camaleón y unos seres mágicos que ayudan a cualquier pequeño con alguna enfermedad, trastorno o circunstancia especial. Además, este cuento concreto presenta a un niño con autismo, Raúl, quien dentro de la historia es capaz de memorizar la partitura que están ensayando en grupo y demuestra que sus dificultades no son impedimento para convivir y realizar actividades junto a otros niños. Además de esta historia interactiva, la app cuenta con una versión adaptada a pictogramas, con el objetivo de que los niños con autismo también puedan comprenderla.
Como este relato, todos los cuentos de la serie «Bruno & Pumballoo» se basan en contenidos educativos dirigidos a menores que padecen alguna patología, discapacidad o se encuentran en riesgo de exclusión social, y reflejan situaciones de su día a día. Sus historias multilingües -castellano, inglés y francés- trabajan valores como la amistad, la solidaridad y la inclusión, mediante un diseño divertido e interactivo. Creados en 2014, los cuentos ya han tratado temas como la leucemia o la diabetes infantil.
Los ‘rasgos’ del autismo
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta de por vida a la persona en diversas áreas del desarrollo, como la interacción social, la comunicación y el comportamiento, que, en ocasiones, se ve marcado por patrones repetitivos y estereotipados.
Según explica Amaya Áriz, presidenta de ANA y madre de Mario, un niño de 7 años con autismo, «este es un trastorno cuya prevalencia no ha dejado de incrementarse en los últimos años, ya que se han multiplicado los casos de TEA detectados y diagnosticados en el mundo. Actualmente, se estima que 1 de cada 68 niños que nacen podría presentar un trastorno de este tipo».
Sin que se haya detectado una causa concreta que lo provoque, sí existen ciertas características que identifican a una persona con TEA, como resume Áriz. «Cada niño con autismo es diferente, pero algunas signos que pueden alertar a los padres son: no suele atender cuando se le llama por su nombre, no mira a los padres frecuentemente a la cara ni responde a un abrazo con la misma intensidad; prefiere jugar en soledad y no reacciona a lo que ocurre a su alrededor, ni mira a donde se le señala; tampoco dice lo que quiere sino que busca las cosas por sí mismo, y se ríe o llora sin motivo aparente o fuera de contexto; repite las actividades una y otra vez, hace movimientos raros, camina de puntillas, está muy unido a ciertos objetos o tiende a ponerlos en fila; y se muestra muy sensibles a ciertas texturas, sonidos, olores y sabores».
Ante estas manifestaciones, padres deben acudir a un especialista para que evalúe al niño y haga un diagnóstico lo más rápido posible. «Por lo general, cuanto antes se inicie la intervención terapéutica, mejor es el pronóstico de la persona con TEA y se suele producir una buena evolución de la sintomatología», afirma la presidenta de ANA. Esta intervención consiste en trabajar el contacto ocular, la intención comunicativa, las habilidades sociales o el desarrollo verbal, entre otros aspectos.
«Solemos decir que los niños con autismo son pensadores visuales, porque en su cabeza tienen imágenes, no palabras. Por nuestra parte, tenemos que intentar hacer nuestro mundo lo más visual posible, dibujando o usando pictogramas (dibujos que representan una acción u objeto) para cualquier actividad», apunta Áriz. «Es lo mismo que ocurre con una persona ciega que usa bastón o lee en Braille, o con una que padece diabetes y que precisa medicación diaria -añade-; las personas con TEA también necesitan que su entorno se adapte a sus necesidades para que puedan avanzar», recalca. Así, junto al uso de pictogramas, establecer una rutina fija cada día y el trabajo constante son las claves que marcan la convivencia con una persona con TEA.