Redacción, 18-12-2019.- La llegada de la Navidad también supone cambios importantes en la dieta de las personas. Las grandes comidas se suceden una tras otra, rompiendo la rutina diaria en la alimentación. Una de las características propias de estas fechas son los postres como el turrón o los polvorones, que suponen una alta concentración de azúcar y que no están presentes habitualmente en la dieta el resto del año. Esto puede suponer un reto tanto para las personas con diabetes tipo 1 como tipo 2. “Los primeros pueden comer de todo, pero para ello deberán conocer la cantidad de hidratos de carbono que aporta cada uno de los alimentos y aplicar la dosis de insulina correspondiente. En cambio, las personas con diabetes tipo 2 podrían comer de todo, pero no en la cantidad que quieran, vigilando especialmente los dulces y postres navideños” explica el Dr. Serafín Murillo, investigador CIBERDEM en el Hospital Clínic de Barcelona.
Tal y como recoge Roche, los desajustes en los niveles de glucosa en sangre en estas fechas son más habituales. Un estudio publicado en 2009 y que valoró el control glucémico en personas con diabetes a lo largo del año encontró que los peores meses eran los fríos, especialmente durante las fiestas navideñas. “Los desajustes más habituales son en personas que siguen un tratamiento de insulina” comenta el Dr. Murillo, resaltando cómo los extras navideños pueden dar lugar a una mayor hiperglucemia. “Tampoco es extraño que estas personas sufran hipoglucemias, como resultado de la corrección de una hiperglucemia con una dosis de insulina excesiva. El consumo del alcohol también afecta, ya que el efecto de la insulina es mayor después de tomar bebidas alcohólicas”.
Para minimizar estos riesgos, el Dr. Murillo considera indispensable adaptar la dosis de insulina al contenido de hidratos de carbono de cada una de las comidas. “Incluso se debe modificar el momento en que se inyecta, siempre estando cerca del momento de la comida en que se toman los hidratos de carbono o azúcares».
En este sentido, los sistemas de monitorización continua de la glucosa (MCG) como los sensores implantables pueden ser de gran ayuda, ya que proporcionan información continua y precisa al paciente, a la que puede acceder en todo momento a través de su smartphone. Además, algunos dispositivos también alertan a través de una vibración cuando los niveles de glucosa en sangre se acercan a la hipoglucemia o a la hiperglucemia para que se puedan tomar las medidas necesarias.