Redacción, 21-09-2020.- Durante los meses de verano nuestra piel puede deteriorarse por los efectos de la radiación solar, la sal, el cloro, la humedad y los cambios de hábitos que, en ocasiones, son menos saludables.
Tal y como recoge Quirónsalud, los efectos de todos estos factores hacen que nuestra piel esté más deshidratada, deslustrada, seca, a veces con asperezas y que se agudicen las arrugas finas. De igual modo, la pigmentación inducida por la radiación ultravioleta puede no haber sido uniforme y notemos la aparición de manchas claras u oscuras, o la intensificación de las ya existentes y una piel con coloración cetrina, con falta de luz y apagada.
Por todos estos motivos, ahora tras el verano , según exponen las doctoras Mercedes Morillo y Amalia Pérez Gil, dermatólogas del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón ofrecen unos consejos para recuperar el aspecto de nuestra piel. “Comenzaríamos recomendando una serie de pautas generales que pasan por volver a unos hábitos de vida adecuados, como son, retomar una alimentación saludable y beber abundante agua, establecer una rutina cosmética de cuidados diarios y dormir entre seis y ocho horas al día”.
En cuanto a algunos consejos dermocosméticos, las especialistas se decantan en esta época del año, por cosméticos que produzcan exfoliación por las noches como son los que contienen ácido retinoico y/o glicólico para acelerar la regeneración y renovación cutánea. Por las mañanas después de la higiene “usaríamos hidratantes que contengan antioxidantes como la vitamina C o el ácido ferúlico que tienen cierto efecto despigmentante y neutralizar los radicales libres formados por el efecto del sol haciendo una piel más saludable y luminosa y posteriormente el fotoprotector, el cual no debemos de olvidar aun pasada la época estival y aunque llevemos mascarilla, este va a ser el mejor producto antimanchas y antienvejecimiento” subrayan las especialistas.
El uso de las mascarillas se ha asociado a diferentes efectos nocivos en nuestra piel.
Algunos de los materiales usados en las mismas pueden causar irritación en pieles sensibles, su uso prolongado y bajo temperaturas elevadas puede exacerbar problemas previos como el acné y la rosácea. Las dermatólogas explican que “si no las cambiamos con frecuencia o no las higienizamos se va a facilitar la aparición de infecciones o foliculitis”. Además, “debemos de asegurarnos de que no comprimen excesivamente la piel para evitar heridas por roce o fricción”.