Redacción, 07-04-2020.- Es normal sentirse triste, angustiado, preocupado, confundido, asustado o enfadado durante una crisis. Mantener la calma, organizar una rutina diaria y tratar de permanecer positivos es clave para proteger la salud física y mental y para conseguir aceptar nuestras emociones y controlarlas.
Tal y como recoge Aldeas Infantiles SOS, estos son los posibles efectos negativos que puede causar el Coronavirus a corto y a largo plazo.
Posibles efectos negativos a corto plazo
Las emergencias siempre son estresantes, pero hay factores específicos del brote de COVID-19 que pueden generar ansiedad y estrés en la población. Entre ellos:
- Riesgo de infectarse e infectar a otros debido especialmente a que la forma de transmisión del COVID-19 no está 100% clara.
- La aparición de síntomas comunes a otras patologías, como por ejemplo la fiebre o la tos, puede confundirse con el COVID-19 y generar temor a infectarse.
- Los padres y cuidadores pueden sentirse cada vez más preocupados y desarrollar un sentimiento de culpabilidad porque sus hijos e hijas estén en casa (debido al cierre de los centros educativos), especialmente si no pueden estar con ellos o no les pueden dedicar el tiempo necesario debido al teletrabajo.
- Riesgo de deterioro de la salud física y mental de personas vulnerables, por ejemplo los mayores y las personas con discapacidad, si los cuidadores son puestos en cuarentena y no cuentan con otro tipo de atención y apoyo.
- Imposibilidad de acompañar a los familiares enfermos en sus últimos momentos, de asistir a funerales y participar en otros rituales sociales que ayudan a las personas a sobrellevar el duelo.
Posibles efectos negativos a largo plazo
El constante temor, preocupación y estrés en la población durante el brote de COVID-19 puede tener consecuencias a largo plazo dentro de las comunidades y las familias:
- Deterioro de redes sociales, dinámicas locales y economías.
- Estigmatización de los enfermos que derive en un rechazo por parte de las comunidades. Posible ira y agresividad contra el Gobierno y los trabajadores de primera línea.
- Posible desconfianza de la información proporcionada por el Gobierno y otras autoridades.
- Recaídas y otros efectos negativos en personas con trastornos de salud mental y problemas de abuso de sustancias psicoactivas.