Redacción, 03-06-2020.- ¿Qué hay detrás de esta rabieta? ¿Por qué siente tantos celos de su hermano pequeño? ¿Qué hago si le veo triste o con miedo? Responder a este tipo de preguntas no siempre es sencillo. A menudo, los padres pueden sentir que algo falla, que podrían hacerlo mejor.
«Esta sensación les lleva a reflexionar, a darse cuenta de que hay algunos cambios que pueden hacer, como encontrar su propia forma de guiar».
Así lo asegura la psicóloga Sonia Martínez Lomas, directora de los centros Crece Bien de Madrid y autora de Descubriendo emociones, un libro que te dará recursos y estrategias concretas para obtener buenos resultados, «hará que puedan llegar a sentirse contentos y cómodos con su estilo y continuar haciendo pequeños cambios para ayudar a sus hijos. Ellos, además, aprenderán con su ejemplo que hay que reflexionar sobre lo que hacemos, que podemos mejorar siempre, y gracias a ello podrán ser unos adultos mucho más competentes y felices en su día a día».
Tal y como recoge Esferalibros, los padres se preguntan mucho acerca de las emociones de sus hijos y es lógico que lo hagan, porque la emoción es el motor del comportamiento del niño. Si entendemos cómo funciona, podremos ayudarles a cambiar de dirección.
La tristeza, el miedo, el enfado o los celos son algunos de los sentimientos en los que Martínez se detiene en estas páginas, así como la autonomía, la empatía o la autoestima. «En este libro he pensado mucho en las madres y padres que, en ocasiones, se sienten desconcertados o que tienen dudas al probar lo que les recomiendan. Todos, con conocimientos y sin ellos, en algunos momentos nos podremos sentir así; y esos ratos, en el fondo, son una oportunidad para escuchar y guiar esas emociones, aceptarlas y decidir hacer algún pequeño cambio que ayude a toda la familia».
EL LIBRO
Descubriendo emociones nos enseña a escuchar y entender qué puede haber detrás de una rabieta o una reacción inesperada que a veces nos paraliza o nos descoloca. Nos explica que es preciso conocer y acompañar las emociones de los hijos en lugar de controlarlas o eliminarlas, porque así lograran ser autónomos y dar las respuestas adecuadas en los diferentes contextos en los que se desenvuelven, sin necesitar que papá o mamá les digan lo que sienten o deben hacer.