Redacción, 02-12-2020.- Beber agua, aunque no se tenga sensación de sed, es muy importante a cualquier edad para ayudar a nuestro organismo a funcionar correctamente. Tal y como recoge 65 y más, el agua lubrica las articulaciones y los huesos, regula la temperatura corporal y alimenta el cerebro y la médula espinal.
- “Las molestias o síntomas de la deshidratación se inician con sensación de cansancio, mareos, cifras bajas de presión arterial taquicardia, seguidas de contracturas musculares o calambres”, explica la Fundación Española del Corazón.
- La deshidratación no solo afecta al cuerpo, también a la mente, más concretamente a la respuesta de nuestro cerebro a una actividad intelectual, como el aprendizaje, la atención o la memoria. Y es que la falta de agua puede causar una contracción del tejido cerebral y, como consecuencia, el aumento del volumen ventricular.
- En las personas mayores, la disminución del estímulo de la sed puede provocar la pérdida de control de líquidos y el estreñimiento.
- En algunos casos, la orina puede volverse más oscura y puedes perder peso súbitamente y sin explicación aparente.
- Una vez que la deshidratación ha alcanzado cotas preocupantes, puedes experimentar una respiración más agitada, apatía, confusión, irritabilidad o incluso tener la piel seca y arrugada y los ojos hundidos. Ante esta situación, es importante que acudas cuanto antes al centro de salud más cercano.
Los expertos apuntan a que la ingesta recomendable oscila entre 1,5 y 2 litros al día, aunque hay que tener en cuenta que determinar la cantidad exacta que cada persona necesita tomar diariamente depende de factores muy diversos como sus años, su peso, las condiciones climatológicas a la que está expuesta o su nivel de actividad física. Según la Pirámide de Hidratación Saludable de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), para cubrir nuestras necesidades hídricas diarias necesitamos tomar al menos 10 vasos de líquidos diversos (agua, zumos, infusiones, caldos…)