Redacción, 05-04-2020.-La situación excepcional de confinamiento ha puesto “patas arriba” todos nuestros hábitos, costumbres y rutinas, con la alteración que esto supone para los ritmos biológicos. Y el desorden puede ser aún más acusado en los niños, cuyo estado de ánimo puede verse alterado con la pérdida de algo tan esencial como son los ritmos del sueño.
Así que recuperar, en la medida de lo posible, los sincronizadores es el objetivo prioritario. La Sociedad Española de Sueño nos da algunas claves para aprender a organizar el tiempo que estamos pasando en casa con nuestros hijos con tres objetivos: mantener rutinas de sueño; potenciar el contraste entre la actividad diurna y el reposo durante la noche y sincronizar los horarios con la luz natural.
Tal y como recoge Buscando Respuestas, el grupo de expertos de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño detallan una serie de consejos:
– Reservar un tiempo para el sueño nocturno según lo que necesite cada niño o niña. En concreto, para niños de 1 a 2 años, las horas de sueño recomendables son entre 11 y 14 horas. Para los de entre 3 y 5 años, 10 o 13 horas de descanso serán suficientes para reponer fuerzas. A partir de los 6 años y hasta los 12 aproximadamente, lo ideal será dormir entre 9 y 12 horas. Si hablamos de adolescentes, su necesidad de sueño se situará entre las 8 y las 10 horas.
– Es importante suplir las salidas al aire libre con la exposición a la luz natural durante al menos dos horas diarias.
– Cuando se acerque la hora de acostarse, más o menos una hora antes, lo mejor es establecer alguna rutina relajante que vaya anticipando la desconexión del día. Contar o leer cuentos.
– No debemos olvidar las rutinas alimenticias. Es fundamental desayunar y evitar el picoteo entre comidas.
El tercer objetivo propuesto por los expertos en sueño está relacionado con la sincronización entre los horarios de los más pequeños y el día natural. ¿Cómo? Siguiendo unas sencillas pautas.
– Dormir a oscuras y, un poco antes de que se despierten, subir las persianas del cuarto para que lo hagan con la luz natural.
– Adaptar las siestas según la edad de los niños. En el caso de los adolescentes, al igual que en los adultos, no se recomienda la realización de una siesta después de comer.
– Lo mejor es comer y cenar pronto.
– Y otro elemento esencial, evitar la luz de las pantallas (móviles, tablets, ordenadores, videojuegos, etc.) durante las dos horas antes de ir a dormir o, al menos, usar un filtro de luz azul.
Vivimos en una situación de incertidumbre que los más pequeños también detectan y se ven afectados por ella. Así que, ahora más que nunca, practicar una correcta higiene del sueño nos puede ayudar para afrontar los días que todavía nos quedan por delante.