Redacción, 21-07-2020.- En el verano de 2020 el miedo a viajar en avión no se debe tanto al riesgo de sufrir un accidente, sino más bien por lo que pueda ocurrir dentro. Y es que el virus… anda suelto.
Por supuesto, no solo hablamos de aviones. El miedo a viajar en transporte público en general (avión, tren, autobús, metro…) ha aumentado en estos últimos días ya que la OMS ha reconocido la posibilidad de que el virus se transmita a través del aire.
Tal y como recoge El Mundo, estas son algunas claves que conviene conocer:
1. La gran lotería: el vecino de asiento. La Organización Mundial de la Salud define el contacto con una persona infectada dentro de un avión como estar sentado en las dos filas situadas inmediatamente delante o detrás de la fila del enfermo. Es decir, cinco filas en total. Por ello es imprescindible el uso continuo de mascarilla.
2. ¿Qué mascarilla me pongo para viajar? Lo ideal sería utilizar una mascarilla que nos ofrezca la máxima protección. Es decir, de tipo FFP2 y si no es posible, usar una KN95 quizá sea nuestra mejor opción, pero ahora mismo no garantiza la misma protección de un EPI.
3. ¿Nos protegen los filtros HEPA? Hepa significa High Efficiency Particulate Air. Los aviones modernos utilizan filtros de alta calidad HEPA que renuevan el aire de la cabina periódicamente. Estos filtros pueden reducir la presencia del virus SARS-CoV-2 «en el ambiente, es decir, los «aerosoles flotantes» de los que hablábamos.
4. ¿Existe un asiento más seguro que otro? Especialmente en los vuelos largos, las personas no permanecen en su asiento durante todo el viaje. La mayoría se levanta para estirar las piernas o ir al baño como, por otra parte, es lógico. Esta circunstancia hace que las personas que ocupen asientos en el pasillo estén más expuestas a los continuos paseos de los viajeros. Por tanto, ocupar un asiento junto a la ventana y moverse lo menos posible puede ayudarnos a reducir los contactos.
5. ¿El problema está solo dentro del medio de transporte? No. Lo cierto es que el «peligro» también está ahí afuera. Las posibles colas que se forman a la hora de comprar los billetes o del embarque, los asientos en las salas de espera o las aglomeraciones al abandonar los medios de transporte o de recoger el equipaje son, entre otros, puntos críticos en los que resulta complicado evitar las aglomeraciones si todos los viajeros no colaboran.
6. ¿Comer o no comer? Las recomendaciones sobre el uso obligatorio de mascarilla pasan a un segundo plano en cuanto a un pasajero le llega la hora de su bocata y se la quita para comer. Prohibir comer dentro del medio de transporte no es una opción. Pero esta excepción de su uso pone de manifiesto que hay muchos puntos críticos difíciles de resolver donde se deja la puerta abierta al virus.
7. ¿Sirve de algo tomar la temperatura? Las cámaras termográficas de infrarrojos pueden ser una medida complementaria pero recordemos que ni todo coronavirus provoca fiebre ni toda fiebre se debe al coronavirus.
En resumen: viajar en transporte público es una manera sostenible de viajar que forma parte de la vida. La reactivación económica pasa también por la reactivación de los servicios de transporte. Pero este mal necesario no debe ponernos una venda en los ojos ante la realidad: cuando muchas personas se juntan bajo un mismo techo sin guardar las distancias, con mascarillas de calidad diversa, el riesgo existe. De nosotros depende que este riesgo se minimice.