Redacción, 10-09-2020.-La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que en la gran mayoría de los casos no reviste gravedad, pero que sin duda afecta a la calidad de vida de las personas que la padecen,
debido fundamentalmente al prurito (picor) que ocasiona.
Actualmente, tal y como recoge Vithas, llega a afectar entre el 2% y 5% de los adultos y entre el 10 y el 20% de los niños y, según la Sociedad Española de Dermatología y Venereología, un gran porcentaje de los pacientes con dermatitis atópica puede sufrir depresión o ansiedad.
Con la llegada del otoño, las pieles atópicas empiezan a verse afectadas por los cambios de temperatura, la sequedad del ambiente y el estrés que supone el inicio de rutinas después de las vacaciones.
Tal como explica la doctora Sara Sánchez, dermatóloga de Vithas Castellón, “se trata de un trastorno crónico y prolongado, caracterizado por piel seca, descamada e irritable y que evoluciona a modo de brotes durante los cuales los síntomas son más molestos” y subraya que “las consultas por este tipo de afección aumentan alrededor de un 30% a partir de septiembre / octubre respecto a la estación estival”.
Principalmente afecta a niños, “hay que tener en cuenta, -agrega la especialista-, que un porcentaje nada despreciable de las consultas de dermatología pediátrica tienen que ver con esta enfermedad ya que es una de las dolencia crónica de la piel más frecuente en los niños, aunque suele mejorar al llegar a la pubertad” y hace especial hincapié en que “la dermatitis atópica suele tener dos «fases»; la inactiva, en la cual la piel suele apreciarse seca pero sin otras alteraciones importantes y debe hidratarse diariamente y la fase activa o de «brote», en la que aparecen lesiones que, deben tratarse con medicación tópica (e incluso oral en casos más severos) para calmar la inflamación de la piel aliviar el picor y prevenir la sobreinfección”.