Redacción, 07-04-2017.- Como cada año desde 1950, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el 7 de abril el Día Mundial de la Salud. El objetivo de esta celebración es poner el foco en una enfermedad que suponga un problema general de salud, para así concienciar a la opinión pública y generar dinámicas de cooperación y acción que permitan avanzar en la lucha contra la enfermedad seleccionada, en la mejora de la calidad de vida de la población general.
Este año el foco de esta efemérides se sitúa sobre la depresión, una enfermedad hasta cierto punto estigmatizada y poco comprendida por quienes no la sufren. La depresión es una enfermedad con una elevada prevalencia y de una alta capacidad de incapacitación. Se estima en 300 millones la cantidad de personas que a nivel mundial sufren de depresión, además con una tendencia al alza en su incidencia; con un incremento del 18% entre los años 2005 y 2015 según los datos disponibles.
Esta enfermedad puede afectar a cualquier persona y puede convertirse en un serio problema de salud en función de su duración y nivel de gravedad. Supone en muchos casos la causa de un gran sufrimiento y afecta seriamente la calidad de vida y la capacidad para llevar adelante una vida normal.
Las depresiones pueden, en función de la temporalidad, ser puntuales o recurrentes y según su intensidad se distingue entre depresión leve, moderada y grave. La depresión está detrás de muchos casos de suicidio, que es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. Cada año, según la OMS, se produce la muerte por suicidio de 800.000 personas a nivel mundial.
Incluso hoy en día la depresión está rodeada de un estigma que disuade a muchas personas que la padecen de acudir al médico para ser tratados. Por ello la OMS impulsa en este Día Mundial de la Salud la campaña de “Hablemos de la depresión” para conseguir eliminar la estigmatización de esta enfermedad y que las personas que la sufren no tengan miedo de pedir ayuda y recibir el tratamiento adecuado.