Redacción, 13-07-2020.- La Organización Mundial de la Alergia (OMA) celebra cada 8 de julio el Día Mundial de la Alergia, una fecha en la que se pretende transmitir un mensaje de concienciación a la población acerca de la importancia de las enfermedades alérgicas.
La alta frecuencia de población afectada por algún tipo de alergia exige a los profesionales de la salud y a los pacientes sensibilizarse sobre su prevención, diagnóstico, tratamiento, programas de educación e investigación, con el fin de alcanzar una calidad de vida adecuada para los pacientes alérgicos, según Quirónsalud.
Según la OMA, entre el 20% y el 25% de la población mundial sufre alguna enfermedad alérgica manifestándose frecuentemente en la población infantil. «Hay incluso estudios que apuntan a que en el año 2050 habrá una prevalencia de entre el 40% y 50% de la población afectada por rinitis alérgica, uno de los síntomas más comunes asociado a la alergia», explica el doctor Ignacio García Núñez, jefe del servicio de Alergología de los hospitales Quirónsalud Campo de Gibraltar y Córdoba.
El especialista revela el origen de la palabra que define las reacciones de nuestro cuerpo ante determinadas partículas.
«La palabra alergia viene del griego, de la unión de los términos alos y ergos. Alos quiere decir otro, diferente, extraño. Ergos quiere decir reacción. Alergia por tanto indica reacción diferente, otra reacción, reacción extraña, porque las personas con alergia tienen reacciones diferentes a las personas sin alergia» – detalla el doctor García Núñez quien prosigue – «Es por esto, que la alergia se ha definido como una reacción del sistema inmune a las sustancias que reconoce como externas o extrañas (alérgenos). Las personas con alergia intentan defenderse de estos alérgenos por mecanismos inmunológicos que se vuelven dañinos contra el propio organismo, y causan los síntomas de alergia».
Según expone el doctor García Núñez, la alergia puede afectar a diferentes partes del cuerpo como al aparato digestivo «cuando la persona reacciona ante ciertos alimentos como la leche o el huevo (habitualmente en niños), el melocotón, los frutos secos o el marisco (habitualmente en adultos) o a determinados medicamentos (penicilinas y antiinflamatorios)».