Redacción, 23-12-2014.-Con motivo del triste fallecimiento del Dr. Per-Ingmar Branemark, brillante cirujano ortopédico que destacó por sus trabajos de Osteointegración basados en investigaciones sobre la circulación sanguínea y la reparación de fracturas óseas, así como por sus descubrimientos sobre la utilización del titanio puro en los tratamientos odontológicos, en «Bueno para la Salud» queremos reproducir las respuestas que el Dr. Branemark ofreció en una entrevista publicada en el número Abril/Mayo de «Odontólogos de Hoy».
El Consejo General de Dentistas presentó en varias ocasiones al Prof. Banermark como candidato para optar a los Premios Príncipe de Asturias. El Dr. Branemark recibió innumerables premios y nominaciones por su trabajo, entre los que destacan el Premio de la Sociedad Sueca Soederberg de Medicina, la medalla de la prestigiosa Academia de Ingenieros de Suecia por su innovación técnica, la medalla de la Harvard School of Dental Medicine. Además, cuenta con más 30 Doctorados Honoris Causa en universidades de todo el mundo. Ha sido reconocido también con la Beca de Honor de la Sociedad Real de Medicina en el Reino Unido. Propuesto dos veces al Premio Nobel, recibió en 2011 el prestigioso Premio «European Inventor Award 2011» en reconocimiento a toda una vida de labor investigadora y clínica. «Con esta pérdida, el mundo de la Implantología queda huérfano», se lamentan desde el Consejo General.
Descanse en paz.
.
ENTREVISTA:
Odontólogos de Hoy.- La implantología moderna fue inventada en 1965 cuando usted operó a un paciente con graves deformaciones en mandíbula y barbilla, que recibió los primeros implantes de titanio. Sin embargo, las autoridades sanitarias suecas no aprobaron la inserción de implantes para uso clínico hasta 1978. ¿Por qué tardaron tanto tiempo en permitirlo?
Per-Ingmar Branemark.- Estuvimos durante 10 años haciendo pruebas con animales. Para nuestros trabajos utilizamos perros. Eran de una raza especial, unos perros de caza muy inteligentes. Les pusimos los implantes y los cuidábamos en casa, vigilando todo lo que comían y lavándoles los dientes a diario. Eran tan mansos que no necesitamos ni siquiera anestesia para ponerles los implantes. Bastaba con que les diera unas palmadas en la cabeza para que se tranquilizaran. Así pudimos ver que el titanio funciona, que no generaba rechazo, y que con el tiempo se integra en el hueso, lo que hacía que cada vez la sujeción fuera más segura. De esta forma ya pudimos contemplar realizar este tipo de implante en las personas.
.
ODH.- Sabemos que ha dedicado su vida a la investigación pero también ha ayudado a muchas personas tratándolas clínicamente. ¿Disfruta más con la investigación o con la clínica?
P-I. B- Estuve un par de décadas estudiando células sanguíneas en el cuerpo humano. Fabriqué un tubo que insertaba en la piel del brazo de estudiantes de medicina y en él ponía un microscopio de titanio. Eso hizo posible estudiar el comportamiento sanguíneo de diferentes individuos, los cuales, irónicamente, iban a ser futuros doctores y cirujanos.
Estaba convencido de que la sangre humana era un tejido muy inteligente. Haciendo esa investigación me di cuenta de que el cuerpo humano tiene una mecanismo tan complejo que nunca deberíamos presentar el pronóstico de las cosas, no somos suficientemente inteligentes y muchas veces sobrevivimos solamente por casualidad.
.
ODH.- ¿Puede explicar cómo fue aquel momento en el que se dio cuenta de que el titanio se podía oseointegrar?
P-I. B.- Puse en la tibia de un conejo un microscopio de titanio y quería quitárselo para ponerlo en otro animal, pero sentí que no podía sacarlo. Recuerdo perfectamente ese momento, no fue nada muy intelectual pero fue bastante especial.
.
ODH.- ¿Podía imaginar que ese descubrimiento iba a ser tan transcendental?
P-I. B.- Cuando lo presenté, algunas autoridades me dijeron que estaba loco, pero yo decidí que no lo estaba y que eso podía cambiar la vida de muchas personas.
Esto nos ha llevado a una situación en la que no solo ha cambiado la odontología, sino también ha modificado el enfoque de muchos tipos de reconstrucciones ortopédicas. Es sorprendente el poder ver que gente que ha perdido las piernas puede ser tratada con fijaciones de titanio y acoplar sensores con los que pueden incluso sentir en que suelo están pisando.
.
ODH.- En la actualidad hay 13 centros Branemark en el mundo y, en concreto, en España hay tres, en Las Palmas, Madrid y Lérida. ¿Qué les une a todos entre sí?
P-I.B.- En el mundo hay unos 13 centros Brånemark —un par de ellos en España—, pero no son míos, son una especie de franquicia, aunque una vez al año nos reunimos, sobre todo para ver cómo está funcionando la técnica. Recopilamos los fallos y los estudiamos para que no vuelvan a suceder. Así garantizamos que los pacientes reciben el mejor tratamiento posible. Debemos garantizar la salud y el bienestar de los pacientes.
.
ODH.- Pero hay un centro que es algo especial, ¿podría explicarnos un poco la labor que desarrollan en el Centro Branemark de Baurú en Brasil?
P-I.B.- El centro Branemark de Brasil es una referencia mundial para la investigación y el desarrollo de la oseointegración aplicada a la reconstrucción de amputaciones intra o extraorales y de dientes perdidos.
El 80% de los pacientes que tratamos allí lo hacemos gratis. Los profesionales locales de odontología y medicina colaboran con el centro, así como las universidades.
Las donaciones son la base para poder ofrecer tratamientos gratis a todos aquellos pacientes que lo necesitan .
Es una región donde hay muchos casos de fisura palatal. Ahí no hacemos solo implantes, sino todo tipo de ortodoncias. Hemos tratado a más de 2.000 personas, y tenemos una larga lista de espera.
.
ODH.- Usted ha recorrido el mundo profesionalmente. ¿Los pacientes son muy diferentes según el país?
P-I.B.- Por supuesto. En Brasil son mucho más pobres, y hay mucho cáncer maxilofacial. Es donde están los pacientes más graves, pero son los más optimistas. En cambio, en Hollywood tenemos muchos pacientes, pero lo hacen por motivos estéticos. El país con más implantes por 10.000 habitantes, sin embargo, es Corea del Sur, con 250 anuales. Le siguen Italia (190) y España (170). En cambio en Francia y Estados Unidos la tasa es de 50.
.
ODH.- Es muy difícil conseguir realizar un cambio tan grande en el mundo de la medicina como el que usted realizó al descubrir la oseointegración ¿cuál cree que debería ser el campo de investigación en el que las nuevas generaciones deberían centrarse?
P-I. B.- ESCUCHAR! Niños que nacen sordos pueden ser tratados con fijaciones de titanio detrás de la oreja con dispositivos electrónicos que pueden permitir que oigan, esto ha sido publicado pero se debería intentar que sea accesible para todo el mundo. El dinero no debería controlar la calidad de vida de las personas.
.