Redacción, 16-12-2020.- Un estudio liderado desde el Instituto de Neurociencias, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández, ha demostrado que los roedores sometidos a estrés en la etapa peripuberal (el periodo crítico alrededor de la pubertad) muestran una tasa de aprendizaje más lenta en la edad adulta, así como comportamientos relacionados con la ansiedad.
Los resultados de este estudio indican que es la capacidad de recuperación del nivel basal de corticosterona, el equivalente al cortisol en humanos, liberada en respuesta al estrés repetido en la adolescencia, y no la cantidad de esta hormona, la que predice el grado de alteración del aprendizaje que se experimentará en la edad adulta.
Tal y como recoge el CSIC, estos hallazgos allanan el camino a nuevos estudios que identifiquen los mecanismos tanto de vulnerabilidad como de resistencia a los traumas tempranos: “Los efectos de programación del estrés temprano podrían necesitar un período de incubación capaz de revertirse en cerebros jóvenes y más plásticos, pero no durante la edad adulta. Por tanto, tras la detección temprana de los individuos vulnerables al estrés, podría haber una ventana de oportunidad para que la intervención terapéutica en la adolescencia evite el curso natural hacia la psicopatología y las deficiencias cognitivas”, destaca la investigadora Cristina Márquez, que dirige el laboratorio de Circuitos Neuronales de la Conducta Social del Instituto de Neurociencias en Alicante.
En la investigación también ha participado el laboratorio de Genética del Comportamiento del Instituto Cerebro y Mente de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), dirigido por la investigadora Carmen Sandi.