Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (INIBIC) aseguran que el perfil genético mitocondrial puede determinar la progresión de la artrosis, tras comprobar que los haplogrupos o variaciones del ADN mitocondrial influyen en la evolución de esta enfermedad.
Así se desprende de los resultados presentados en el Congreso Americano de Reumatología celebrado recientemente en San Diego (Estados Unidos), lo que según sus autores podría ayudar a realizar un seguimiento más personalizado de los pacientes y puede abrir la puerta al desarrollo de nuevos fármacos para esta patología reumática.
En concreto, han visto que los pacientes portadores de la variante mitocondrial T presentan de forma significativa un menor incremento, no sólo del grado radiológico, sino también del desarrollo de osteofitos (formaciones óseas benignas en la superficie del cuerpo vertebral), de la esclerosis subcondral y del estrechamiento del espacio intraarticular.
Asimismo, según ha explicado Francisco Blanco, patrono de la Fundación Española de Reumatología y autor principal del estudio, se ha visto que «los portadores de este haplogrupo muestran una menor pérdida de integridad del cartílago, a nivel de volumen y grosor en la zona medial».
Para el experto, el hecho de que una persona de una determinada localización geográfica porte esta variante mitocondrial va a predisponer a que, si desarrolla artrosis, tenga una progresión menos severa de la enfermedad.
«Esto puede ser de gran ayuda para los clínicos ya que se podrían marcar una serie de pautas preventivas para los pacientes con artrosis en función de su perfil genético mitocondrial», ha reconocido.
Además, si se considerara el haplogrupo mitocondrial como un aspecto más a tener en cuenta a la hora de monitorizar la evolución de la enfermedad, «se podría realizar un seguimiento más personalizado y, asimismo, podría abrir la puerta hacia un futuro desarrollo de fármacos que tengan a la mitocondria (orgánulo celular encargado de suministrar la energía necesaria para la actividad celular) como diana terapéutica en la artrosis», ha asegurado el doctor Blanco.
Estudios previos de este grupo de investigación en la población gallega mostraban cómo la variante mitocondrial J (o haplogrupo J) se asociaba con una menor predisposición a desarrollar artrosis de rodilla y de cadera.
«Esto no quiere decir que los resultados de este trabajo no estén en la línea de los descritos previamente; las variantes mitocondriales T y J comparten, no sólo una serie de polimorfismos genéticos comunes, sino también un origen filogenético común por el cual no es descabellado pensar que las condiciones ambientales puedan jugar un papel clave en que sea una variante (T) u otra (J) la que sea determinante en cada caso», añade el investigador.