El embarazo multiplica por tres el riesgo de padecer varices, según ha señalado el Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL), que cifra que una o dos mujeres por cada 1.000 embarazos padecen trombosis venosa.
«La predisposición genética en el caso de las varices durante el embarazo es muy alta, alrededor del 96 por ciento. Durante el embarazo y el parto diversos factores pueden contribuir a aumentar el riesgo de formación de una variz en las venas. Entre ellos destacan la presión inducida por el crecimiento fetal dentro útero sobre la pelvis y, por extensión, sobre las venas, los cambios hormonales, las alteraciones adquiridas o congénitas de la coagulación de la sangre, la inactividad física, ó el aumento de peso», ha comentado el presidente del Capítulo, Vicente
En concreto, ha comentado el experto, lo habitual es que se produzca hinchazón en las extremidades inferiores a lo largo del embarazo sin ninguna repercusión grave. Sin embargo, la inflamación excesiva, el enrojecimiento de la extremidad o el dolor en muslo y pantorrilla pueden poner sobre aviso de la existencia de una trombosis venosa.
“De igual modo, un cuadro de dificultad respiratoria o dolor torácico pueden indicar la posibilidad de una embolia pulmonar, que obligan a una exploración por el especialista», ha recalcado el especialista, para señalar que la aparición de varices asociadas al embarazo es más frecuente a partir de la segunda gestación. Concretamente, tal y como ha explicado Ibáñez, el proceso suele comenzar al tercer mes de gestación con la aparición de pequeñas varículas, dilatándose más las paredes de las venas entre el séptimo y octavo mes de gestación.
Por este motivo, el experto ha asegurado que realizar paseos frecuentes y elevar las extremidades es la «mejor» forma de prevenir la trombosis venosa y las varices. Además, si se prevé una inmovilización prolongada en cama o ante un viaje largo en avión es aconsejable contactar con su especialista.
Asimismo, el presidente del CEFyL ha destacado la importancia de cuidar la alimentación, mantener un buen balance muscular y evitar acercarse a las fuentes de calor directas. «En el caso de que fuese necesario un tratamiento farmacológico en general, se recomendarán fármacos antitrombóticos, del tipo de heparinas de bajo peso molecular que son seguras también durante el embarazo. Sin embargo, no se emplearán los anticoagulantes orales durante los primeros meses de embarazo, ya que pueden provocar efectos perjudiciales sobre el feto en desarrollo», ha zanjado.