Redacción, 03-02-2015.- Eugenio Santos, Director del Centro de Investigación del Cáncer, asegura en El Norte de Castilla que para la Administración es la ciencia «algo secundario» y lamenta que las aportaciones sean tan «ridículas».
Según informa E. Martín en el diario castellano leonés, el Centro de Investigación del Cáncer (CIC) acaba de cumplir 15 años. Eugenio Santos (Salamanca 1953), su director desde los inicios, habla con orgullo del nivel de producción en estudios científicos de utilidad. Asegura rotundo que son competitivos porque se lo han ganado a pulso, ellos solos y sin ayudas externas. Gracias a esa competitividad pueden financiar el centro con una media de siete millones de euros al año. Pero no es suficiente. El Centro de Investigación del Cáncer cuenta con unas 200 personas trabajando y unos 25 equipos de investigación. Aunque seis son profesores de la Universidad y en torno a diez son investigadores del CSIC, el resto depende de la financiación obtenida en esas competiciones, lo que obliga al centro a ser muy selectivos con el trabajo que llevan a cabo. Denuncia que «la administración aporta cantidades ridículas» a la investigación y lamenta que tienen que destinar parte de los fondos que captan a gastos de funcionamiento. Al respecto, pide a la Junta de Castilla y León les conceda el millón de euros al año que les prometió en 2011. Este científico habla con total naturalidad y sin dar importancia a que descubrió un gen causante del cáncer a la edad de 29 años. Optimista y discreto, pero cercano en la conversación, Eugenio Santos lanza un mensaje «tremendamente optimista pero objetivo» sobre la curación de esta enfermedad y precisa que «hace 25 años la tasa de curación del cáncer era del 30 por ciento y hoy estamos en el 65 por ciento». Enseña entusiasmado las placas de metacrilato que adornan las paredes del hall del centro en las que figuran los nombres de aquellos mecenas que ayudan económicamente a la Fundación de Investigación del Cáncer. Entre ellos, el de la doctora Esperanza Diz Pintado, creadora de los Premios Diz Pintado, y cuya cuarta edición, celebrada la pasada semana, correspondió al doctor Joan Seoane. Mención especial, merecen un grupo de nueve mujeres autoras del libro ‘Tan alta como un ciprés’ en el que narran su lucha para vencer el cáncer de mama. El dinero obtenido de las ventas lo destinan íntegramente al Centro Internacional del Cáncer.
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–El objetivo inicial del CICera convertirse en centro de referencia nacional e internacional, ¿se ha conseguido plenamente?
–Creo que lo que nos habíamos planteado inicialmente lo hemos conseguido sin duda, que era ser un referente en investigación traslacional del cáncer, es decir, hacer el modelo basado en el Comprehensive Cancer Centre (EE UU) en el que hubiera investigadores básicos cuyos resultados se transfirieran fácilmente del laboratorio a la clínica. En estos 15 años somos un centro reconocido en España y en el mundo. Y la principal línea de reconocimiento a nivel científico son las publicaciones científicas.
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–¿Cuál es la media de publicaciones científicas del centro?
–El CIC produce unas 130 publicaciones anuales, que son el resultado de duras pruebas de evaluación por parte de científicos internacionales. Si un centro como éste publica esa cantidad de artículos en las revistas más prestigiosas del mundo, es realmente importante. El contenido de esas publicaciones, en revistas como ‘Science’, ‘Nature’ o ‘England Journal of Medicine’, pasa por investigaciones clínicas, nuevos tratamientos de determinados tipos de cáncer, nuevos métodos de diagnóstico o nuevas publicaciones de conocimiento de la función bioquímica de una serie de oncogenes, entre otros. Y esos trabajos han salido de este centro. Aunque quede poco sexy decirlo, ese es el mayor reconocimiento que puede tener un científico, más que los premios que pueda recibir.
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–¿Cómo es la coordinación entre los diferentes centros de investigación del cáncer?
–En el año 2003 se creó, a través del Ministerio de Sanidad, en el Instituto de Salud Carlos III, una red de investigación cooperativa en cáncer, denominada RETIC (Red Temática de Investigación Cooperativa del Cáncer) y coordinada desde el CIC. Esta red está compuesta por unos 70 grupos distribuidos por toda España, en hospitales y centros de investigación, y establece el reparto de recursos de los distintos centros. De esta manera, si alguien quiere usar, por ejemplo, la tecnología de los micro raids, en vez de comprar equipos, vienen a Salamanca y los utilizan sin problema. O los científicos de Barcelona, que son muy buenos en epidemiología y en datos de registros, y colaboran con nosotros desplazándose a Salamanca. Los técnicos que sean requeridos en otros centros podrán desplazarse sin problema. Para ello, esta red cuenta con un presupuesto de seis millones de euros al año que se reparten entre los distintos grupos que yo coordino.
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–¿Y la coordinación internacional?
–La conexión a nivel internacional viene dada a través de las peticiones de proyectos conjuntos. Por ejemplo, el doctor Alberto Orfao, especializado en métodos de diagnóstico, está trabajando ahora con un grupo de investigación holandés en un proyecto conjunto para competir en la Unión Europea. Yo mismo también sigo colaborando con mis antiguos compañeros del National Cancer Institute de Washington.
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–¿Cómo han ido evolucionando los avances frente a la enfermedad?
–Hemos cumplido con lo que se esperaba de nosotros. En supervivencia de la enfermedad, se ha ido mejorando cada año entre un 1,5 y un dos por ciento. Hace 25 años la tasa de curación del cáncer era del 30 por ciento y hoy estamos en el 65 por ciento. Desde el descubrimiento del primer oncogén humano en 1982, los avances nos han ido llevando hasta el diseño, por ejemplo, hace algunos años de un fármaco, que lleva a curar en su totalidad la leucemia mieloide crónica. Es decir, la curación se va aumentando en formas específicas de cáncer. Muchas leucemias infantiles que hace años eran mortales, ahora se curan en su totalidad, o el cáncer testicular, o el de mama. Otra cosa son los cánceres de pulmón, o de páncreas, pero en general se va avanzando mucho en diagnóstico precoz y en la creación de fármacos contra formas específicas de cáncer.
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–De las doscientas personas que integran el CIC, el 85 por ciento son jóvenes investigadores, ¿no sienten la tentación de marcharse fuera a investigar?
–Los grandes avances en investigación biomédica los han producido investigadores que tenían en torno a 30 años. Tienen la mente más abierta y más capacidad de observación, y ellos son los que tienen que tirar del carro. Lo que necesitan son mentores que faciliten sus condiciones de investigación. La posibilidad de que quieran marcharse fuera del país es algo contra lo que tenemos que luchar. Muchos de los jóvenes que quisiéramos que empezaran aquí, eligen irse fuera. La ciencia es universal, y tienes que ir donde tengas mejores condiciones para trabajar. Y ahora mismo Estados Unidos sigue siendo, con mucha diferencia, el país con mayor nivel científico. El que un joven salga de su país para seguir formándose tiene que ser algo automático, abrir la mente es muy enriquecedor y necesario. Y en la situación en la que se encuentra ahora mismo España, todavía más.
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–¿Está valorado el conocimiento científico en nuestro país?
–Yo creo que en España no se valora la ciencia. Se habla mucho de ella, pero se piensa más en las figuras, en los nombres, pero a nivel de la Administración es algo secundario. Es como un lujo que tenemos y hay que enseñar. Pero entender la ciencia tiene que ser algo útil, porque aquí trabajamos para cumplir un objetivo, para intentar curar el cáncer. Y esa mentalidad empresarial sería la que habría que aplicar en la ciencia. Hay que medir datos concretos, y la ciencia es una inversión a largo plazo para mejorar la sociedad y para producir mejor. Y lo que nosotros producimos es conocimiento o nuevos tratamientos para el cáncer.
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–Sus críticas apuntan directamente a la falta de apoyo público.
–Si la Administración aporta cantidades ridículas como hace ahora, debe ser que no están convencidos de lo que producimos aquí. Si un país no investiga, se irá quedando atrás. España ocupa ahora el décimo lugar a nivel mundial, y estamos intentando mantener el tipo como podemos. Pero los efectos se verán en unos años. Si no hemos podido retener aquí a algunos jóvenes que tenían que ser los que protagonizaran algunas investigaciones, vamos a notar en cuatro o cinco años ese agujero de falta de producción que estamos causando ahora. La ciencia es un continuo, y la crisis supondrá un agujero de 15 o 20 años como consecuencia de eso. Lo que nosotros querríamos sería poder ofrecer a los mejores la posibilidad de continuar en el CIC y desarrollar aquí sus ideas. Incluso los investigadores veteranos, como el profesor Jesús San Miguel, Enrique de Álava o Sergio Morenos tuvieron que marcharse del centro.
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–¿Qué objetivos se marca el CIC a medio o largo plazo?
–Nuestra intención es intentar conseguir una estabilización de recursos económicos y humanos. Hemos conseguido mantener el tipo, pero eso no es normal. Por ejemplo, los centros de investigación más relevantes del mundo tienen los gastos de funcionamiento (luz, teléfono, agua, administración) cubiertos, y el dinero competitivo lo dedican exclusivamente a la investigación. Nosotros, sin embargo, tenemos que destinar parte del dinero competitivo a sufragar ese tipo de gastos. Por eso queremos que las instituciones cumplan con un mínimo, y que la Junta de Castilla y León nos conceda ese millón de euros al año que nos prometió en 2011. Sería una manera de acercarnos al centro de investigación estándar de todo el mundo.
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–¿Podemos ser optimistas frente a la curación del cáncer?
–Sin duda, el mensaje es tremendamente optimista pero objetivo, porque cada vez son más los medicamentos específicos que curan en su totalidad determinados tipos de cáncer. Si ahora estamos en el 65 por ciento de curación, en un plazo de 20 años podríamos estar en torno al 80 o 90 por ciento. Ahora se producen más muertes por enfermedades cardiovasculares que por cáncer.
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–¿Y por qué tenemos la sensación de que ahora hay más cáncer que hace algunos años?
–Es que es verdad. Pero se cura más. Por eso hay que hablar de incidencia y supervivencia. Ahora la población es mucho mayor, vivimos más años, y el cáncer es el resultado de la mutación de nuestros genes, de nuestro envejecimiento. En números absolutos tiene que haber más enfermos de cáncer, pero ahora los diagnosticamos mejor, porque hace años algunos tipos de cáncer no eran considerados como tales. Es decir, vivimos más y diagnosticamos mejor, y el porcentaje de curación también es mayor. Sabemos que el cáncer es debido a lesiones de nuestros genes, y lo que producen esas lesiones y mutaciones de los genes son montones de agentes carcinogénicos del medio ambiente, por ejemplo el tabaco.
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–¿Podemos considerar el tabaco como el agente externo más peligroso?
–El 40 por ciento de los cánceres se deben al tabaco, y si este no existiera sería como hablar de una vacuna que cura el 40 por ciento de los cánceres. Si nos exponemos a estos agentes, los genes pueden mutar. Hay algunos de estos agentes a los que estamos expuestos y que no podemos evitar. Pero, en la medida de lo posible, debemos reducir al máximo esa exposición. De ahí que se creara el denominado Código Europeo Contra el Cáncer. Doce recomendaciones que pasan por no fumar, evitar la obesidad, realizar ejercicio físico, consumir frutas y verduras, no beber alcohol, evitar la exposición al sol o someterse a pruebas de diagnóstico precoz, entre otras.
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