Redacción, 21-01-2014.- El mercado farmacéutico lleva varios años sufriendo varapalos económicos, pero Bernardo Vaquero, antiguo Presidente del COF Cantabria, cree que hay sitio para la esperanza según señala en las páginas de ‘Expansión’.
Que las farmacias no estén pasando por su mejor momento no es nada nuevo, subraya el periodista J. L. Herrero, a causa de las continuas bajadas de los precios de los medicamentos aprobadas por Sanidad, el menor poder adquisitivo de la población para comprar productos de parafarmacia y la falta de ayuda por parte de los Gobiernos autonómicos han provocado que sus ventas se hayan reducido de media entre un 15 y un 20 por ciento.
Bernardo Vaquero, farmacéutico y Presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cantabria entre 1994 y 2000, señala que desde entonces posiblemente el mayor cambio se haya producido en el ámbito económico, fijando como punto de inflexión la publicación del Real Decreto-Ley 5/2000, de 23 de junio, de Medidas Urgentes de Contención del Gasto Farmacéutico Público de Racionalización del Uso de los Medicamentos; desde entonces, Vaquero afirma que «la estructura económica de la farmacia se ha ido degradando paulatinamente».
Otro de los problemas agudos indicados por Vaquero es la competencia entre farmacias «sobre todo en horarios y precios de productos no financiados Esta competencia ha hecho que crezcan las desigualdades, la farmacia grande crece y la pequeña se acerca a márgenes de subsistencia». Para terminar, señala como impedimento la burocratización en el ejercicio diario de la labor farmacéutica, afirmando que «eso es malo para la labor sanitaria que desarrollamos, que en definitiva, es lo importante».
Ante esta situación tan poco favorable, Vaquero propone realizar una serie de cambios, que en su opinión ayudarían a mejorar la situación de las farmacias cántabras y españolas en general. En primer lugar, la burocratización farmacéutica que va en detrimento de la labor asistencial, «sirve como ejemplo que con la receta electrónica ya ni miramos a los ojos al enfermo, solo al ordenador». En segundo lugar, «económicamente apostaría por una simplificación de márgenes y deducciones, manteniendo el apoyo a la pequeña farmacia a través de la grande, buscando el interés de ambas».
Cal y arena
Vaquero se muestra muy crítico con los Colegios farmacéuticos, defiende un sistema en el que se limiten los mandatos de los Presidentes de los Colegios Farmacéuticos a ocho años, y alega por una postura más ofensiva y agresiva en el desarrollo del cargo de estos, «veo a los colegios escondidos detrás de la mata, deben liderar con energía la modernización de la farmacia, y asumir los riesgos y costes que conlleva».
Sin embargo, se puede leer en ‘Expansión’, sí defiende el actual sistema de remuneración farmacéutico, basado en un tanto por ciento del PVP de venta del medicamento, y sostiene que el echar la culpa de la situación actual al sistema de remuneración es «un grave error», y contrarresta dicha acusación señalando a los Gobiernos como los auténticos causantes del problema, ya que «los Gobiernos no disponen del dinero necesario, o lo dedican a otras cosas». Vaquero se muestra optimista respecto al futuro de los farmacéuticos, ya que su labor siempre será necesaria.
En referencia al futuro de las farmacias, espera que «la farmacia y sus dirigentes no cometan errores irreversibles como el cambio de modelo de remuneración, se debe mantener siendo un establecimiento en el que la palabra clave sea: confianza». El mundo farmacéutico puede defenderse de un entorno adverso manteniendo intacta su buena imagen y profesionalidad. «Todo paciente que entra sabe que en una farmacia le van a dar lo mejor para su salud y al mejor precio, que no le van a engañar, que le van a resolver los problemas y consultas de salud gratuitamente, y que va a ser atendido por profesionales preparados», sentencia Vaquero.