Redacción, 10-04-2014.- La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) durante su Congreso anual ha advertido del aumento en España de las infecciones por bacterias resistentes a casi todos los antibióticos disponibles, debido a su uso incontrolado e indiscriminado.
Según la Red Europea de Vigilancia de las Resistencias a Antibióticos EARS-net y la Red de Vigilancia del Consumo de Antibióticos ESAC, España se encuentra entre los países de Europa con mayores tasas de consumo y resistencia a antibióticos en general. En palabras del Dr. Rafael Cantón, vicepresidente de la SEIMC, “el uso prudente de los antibióticos, es decir tomar los antibióticos sólo cuando sean necesarios (para el tratamiento de infecciones bacterianas y no para infecciones producidas por virus), en su correcta dosis y duración, puede contribuir a detener el desarrollo de bacterias resistentes y ayudar a que los antibióticos sigan siendo eficaces en el futuro”.
Uno de los peligros del consumo inadecuado de los antibióticos es que compromete la eficacia del tratamiento de las infecciones y favorece el aumento de las bacterias resistentes. Incluso, éstas pueden diseminarse y causar infecciones a otras personas que no hayan tomado ningún antibiótico. Las bacterias resistentes podrían llegar a ser inmunes frente a cualquier antibiótico conocido, lo que compromete enormemente la curación del paciente.
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Cómo abordar el problema
Los dos grandes pilares del control de las resistencias se basan en el uso prudente de los antibióticos, sólo cuando se necesitan no en infecciones virales como resfriados, catarros y gripes, y en las medidas de control de la infección como el lavado de manos (para prevenir la infección y frenar la transmisión de las bacterias resistentes). La educación de la población y de los profesionales sanitarios influye de manera decisiva en la forma en que los antibióticos son utilizados y, por lo tanto, en las tasas de resistencia a los mismos.
Desde SEIMC, se destaca que el aumento del uso de los antibióticos incrementa los costes sanitarios y puede favorecer su toxicidad, sobre todo en pacientes con más factores de morbilidad y mortalidad. Una vez que las bacterias son resistentes, el tratamiento de las infecciones causadas por éstas plantea un gran reto: los antibióticos que se utilizan habitualmente ya no son eficaces y los médicos tienen que elegir otros distintos, menos eficaces y con mayor toxicidad. Con frecuencia, los únicos antibióticos que se pueden utilizar en estos casos son antibióticos antiguos que se desarrollaron hace décadas y cuyo uso se limitó debido a los efectos secundarios.
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Acerca de los antibióticos
Los antibióticos, también llamados antimicrobianos, son un tipo de medicamento que matan o inhiben el crecimiento de las bacterias y así curar infecciones en las personas, los animales y, en ocasiones, en las plantas. Los antibióticos no curan infecciones causadas por virus, como el resfriado común o la gripe, únicamente son eficaces para combatir las infecciones bacterianas. El diagnóstico correcto y la decisión respecto a la necesidad de administrar antibióticos son competencia exclusiva de los médicos, por ello se han de seguir siempre las indicaciones del médico y tomar los antibióticos cómo y cuándo él lo indique.
Se dice que una bacteria ha desarrollado resistencia cuando un antibiótico específico pierde su capacidad para eliminarla o detener su crecimiento. Las bacterias resistentes sobreviven en presencia del antibiótico y siguen multiplicándose, prolongando la enfermedad e incluso causando la muerte del paciente. Las infecciones provocadas por bacterias resistentes requieren mayores cuidados y recursos así como el uso de antibióticos alternativos y más costosos que, en ocasiones, pueden tener efectos secundarios más graves.
El uso excesivo e inadecuado de los antibióticos acelera la aparición y la propagación de bacterias resistentes. Éstas pueden diseminarse y causar infecciones a otras personas que no hayan tomado ningún antibiótico. Las bacterias resistentes podrían llegar a ser inmunes frente a cualquier antibiótico conocido. Sin antibióticos eficaces, regresaríamos a la “era anterior a los antibióticos”, y los trasplantes de órganos, la quimioterapia contra el cáncer, los cuidados intensivos y otros procedimientos médicos ya no serían posibles.
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