Redacción, 04-05-2018.- La doctora María Ortega Camarero, especialista del Servicio de Alergología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla, advierte de que se presenta una primavera moderada-intensa, siendo los meses de abril, mayo y junio los de mayor polinización en Andalucía esta temporada.
Asimismo, la doctora señala que el porcentaje de alérgicos a los pólenes más alergénicos (gramíneas, olivo, ciprés, salsola, plátano de sombra y parietaria) se ha duplicado en los últimos diez años, ante lo que recomienda la inmunoterapia o vacunación antialérgica como una herramienta terapéutica de primer orden en el manejo de los pacientes.
Y es que, como apunta la alergóloga, por efecto de la contaminación y el cambio climático se produce una mayor cantidad de polen, aumenta su agresividad y se incrementa el tiempo de exposición al mismo.
Un total de ocho millones de personas son alérgicas al polen en España y en el suroeste peninsular los pólenes más frecuentes son los del olivo y gramíneas. «Este año los ocho millones de alérgicos al polen se enfrentan a una primavera moderada-intensa en el suroeste peninsular», asegura Ortega, quien indica que las bajas temperaturas de este invierno, con una media nacional en febrero de 6,9 grados centígrados (media 8,5ºC) han favorecido el enraizamiento de las gramíneas salvajes y cereales.
El otoño fue seco, si bien el invierno ha sido muy húmedo con precipitaciones intensas originadas por las borrascas ‘Emma’, ‘Félix’ y ‘Gisele’, así como en el último mes las lluvias se han multiplicado por cinco para lo habitual en esta época. En este sentido, la doctora explica que «existe una relación directa entre las precipitaciones del otoño e invierno y los recuentos de pólenes de gramíneas durante la primavera».
El efecto propulsor de la contaminación
La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diesel altera la estructura del polen haciendo que este genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles. «Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación», afirma Ortega.