Redacción, 24-12-2020.- Según nos hacemos mayores aumentan los trastornos del sueño y en los más mayores se hace más evidente. Estos trastornos se pueden presentar en forma de insomnio o dificultad para conciliar el sueño, o también por un aumento de la somnolencia diurna y sueño prolongado por la noche, lo que se conoce como hipersomnia.
Tal y como recoge 65 y más, dormir durante muchas horas y de un tirón puede parecer el mayor de los placeres, una manera de recuperar energía, especialmente para aquellas personas que sufren de insomnio; pero para las que viven en un estado de somnolencia constante, representa vivir atrapado, no ser dueño de las propias energías, que resultan ser muy pocas.
La hipersomnia es un trastorno del ciclo del sueño que se acompaña por la necesidad excesiva de dormir a todas horas, tanto durante el día como por la noche, prolongando las horas de sueño a más de 10, sin que exista una explicación que lo justifique.
Tipos de hipersomnia
Podemos describir tres tipos de hipersomnia en función de cómo afecta a quien la padece:
- Hipersomnia recurrente: consiste en estados de somnolencia durante el día y sueño excesivo que puede durar como mínimo un mes. Estos episodios, además, pueden acompañarse de ansiedad, falta de energía, pérdida de memoria, irritabilidad, pensamientos lentos y dificultad para memorizar las cosas.
- Hipersomnia idiopática con sueño nocturno reducido: En este caso las personas hipersomnias no muestran cataplexia ni parálisis del sueño, además es relativamente fácil despertarlos.
- Hipersomnia idiopática con sueño nocturno prolongado: Se trata de un trastorno severo el cual hace difícil despertar a las personas que sufren este tipo de hipersomnia que, además, puede incluir parálisis del sueño o cataplexia.
Síntomas
El principal síntoma es la somnolencia prolongada durante la noche o excesiva durante el día, lo que comporta un aumento desmesurado de las horas que se necesita dormir. Además, este estado de somnolencia suele verse acompañado de:
- Cansancio
- Desorientación al despertar
- Ansiedad
- Pérdida de apetito
- Defunción de las relaciones sociales
- Limitaciones en las actividades habituales, con cambios en el ámbito laboral y social
- Afectación de la capacidad intelectual y pérdida de memoria
- Irritabilidad