Redacción, 07-05-2014.- Bajos niveles de capacidad física en la mediana edad pueden indicar menos oportunidades de sobrevivir durante los próximos 13 años mientras que un mayor tiempo de permanencia realizando actividad física de intensidad suave cada día está vinculado a un menor riesgo de desarrollar discapacidad en adultos con o en riesgo de desarrollar osteoartritis de rodilla, sugieren dos artículos complementarios publicados en ‘British Medical Journal’.
Revisiones sistemáticas anteriores de la literatura y metaanálisis han demostrado que los niveles más bajos de capacidad física se asocian con menores tasas de supervivencia en las poblaciones de edad avanzada. Entre las explicaciones de esta conexión, está que los bajos niveles de capacidad física pueden reflejar enfermedad no detectada y procesos de envejecimiento, pero hay una serie de lagunas en la literatura y faltan estudios que hayan examinado estas asociaciones a edades más tempranas.
En el primer informe, investigadores de Reino Unido, Estados Unidos y Noruega, dirigidos por la doctora Rachel Cooper, del ‘Medical Research Council Unit for Lifelong Health and Ageing’ del ‘University College London’ (UCL), en Reino Unido, utilizaron datos de la ‘Encuesta Nacional de MRC de Salud y Desarrollo’ para examinar la asociación entre la fuerza de agarre, la velocidad de subida a una silla y el tiempo en el que se permanece de pie en equilibrio a los 53 años con tasas de mortalidad por todas las causas durante los 13 años siguientes, hasta los 66 años.
En la encuesta, se siguió el estado de salud de más de 5.000 personas desde su nacimiento en 1946 y se evaluó su capacidad física durante las visitas domiciliarias, cuando todos los participantes tenían 53 años de edad, utilizando esas tres medidas comunes de la capacidad física: la fuerza de agarre, la velocidad de subida a una silla y el tiempo que aguanta de pie en equilibrio.
Se produjeron 177 muertes (88 por cáncer, 47 por enfermedades cardiovasculares (ECV) y 42 debidas a otras causas) entre las edades de 53 y 66 años. Los participantes con las puntuaciones más bajas de capacidad física a la edad de 53 años tenían la posición socioeconómica más baja, los estilos de vida menos saludables y la prevalencia más alta de enfermedades cardiovasculares, diabetes y síntomas respiratorios graves en comparación con aquellos con mejores capacidades físicas.
Incluso después de tener en cuenta estos factores, los participantes en la quinta más baja de rendimiento poseían tasas más altas de mortalidad por cualquier causa que aquellas en la quinta más alta de rendimiento. Además, después de ajustar por sexo, los que no podían realizar ninguna de las pruebas a los 53 años presentaban tasas de mortalidad más de 12 veces más altas en comparación con las personas capaces de hacer esos ejercicios.
Los principales resultados se mantuvieron sin cambios después de excluir todas las muertes que se produjeron durante los primeros dos años de seguimiento. Los hallazgos sugieren que las personas con pobre capacidad física en la mediana edad (que tienen relativamente bajo rendimiento o que no son capaces de realizar las pruebas por razones de salud) son un importante grupo en el que centrarse, pero se necesita más investigación para identificar las intervenciones más eficaces porque hasta ahora los estudios se han basado en las personas mayores de alto riesgo.
En un trabajo relacionado, un equipo de investigadores de Estados Unidos se propuso determinar si el tiempo dedicado a la actividad física de intensidad suave está relacionado con un menor riesgo de desarrollar discapacidad y progresión de la discapacidad. El estudio incluyó a 1.680 hombres y mujeres de 49 a 83 años sin discapacidad, pero con o en alto riesgo de desarrollar osteoartritis de rodilla, un importante factor de riesgo de discapacidad.
La discapacidad se define como limitaciones en el desempeño de las actividades diarias básicas, como caminar por una habitación, vestirse, bañarse, comer, ir al baño y meterse a la cama, y limitaciones en la realización de tareas de más alto nivel, como preparación de comidas calientes, ir de compras, hacer llamadas telefónicas, tomar medicamentos y administrar el dinero.
Los resultados muestran una «relación significativa y consistente entre un mayor tiempo de realización de actividad de intensidad suave y un menor riesgo de desarrollar discapacidad o la progresión de la discapacidad», dicen los autores. «Nuestros resultados proporcionan un estímulo para los adultos que no pueden aumentar la intensidad de la actividad física debido a las limitaciones de salud, puesto que un mayor tiempo diario de actividad física puede reducir el riesgo de discapacidad, aunque la intensidad de esa actividad adicional no se incremente», concluyen.