Redacción, 11-07-2020.- El confinamiento que ha vivido la población durante este periodo está dejando secuelas en el cabello y en la piel. Se ha visto un incremento en las consultas relacionadas con la pérdida capilar, patología en la que el estrés y la ansiedad son factores de riesgo. Además, de que el miedo al contagio por la COVID-19 ha hecho que los pacientes dejen de acudir al dermatólogo para tener un diagnóstico o seguir un tratamiento ya iniciado.
Tal y como recoge el Instituto de Dermatología Integral (IDEI) está aún por aclararse si la infección por COVID-19 podría también afectar al cabello por estos mecanismos o por otros más específicos. Lo que es significativo, es que los especialistas en cabello han visto aumentadas las consultas de pacientes que han padecido esta enfermedad y han sufrido una pérdida de cabello mayor que antes de estar infectados por el coronavirus.
La primavera, que ha coincidido con el confinamiento, es una época en la que se produce una mayor pérdida de cabello, conocida como efluvio telógeno, que forma parte del proceso de renovación del cabello, y que vuelve a crecer de manera natural.
“Sin embargo, este año estamos viendo casos en los que el cabello sigue sin recuperar el grosor y la densidad producida por ese proceso. Son casos de efluvio telógeno agudo, caracterizado por una pérdida muy acelerada de cabello asociada a algún evento ocurrido aproximadamente 3 meses antes del diagnóstico, es decir, coincidiendo con el confinamiento” explica el Dr. Miguel Sánchez Viera de IDEI.