Redacción, 12-05-2014.- La apnea obstructiva del sueño (SAHS) es una enfermedad habitual que registra una incidencia de 3-7% en la población general. Esta se produce por el colapso de las vías respiratorias superiores durante el sueño, hecho que conduce a la asfixia transitoria. Generalmente, la apnea aumenta significativamente el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares fatales y no fatales. Estos pacientes, además, suelen padecer serias, y potencialmente mortales, arritmias durante el sueño.
En este sentido, la eficacia de los tratamientos de ventilación positiva (CPAP) para reducir la incidencia de la hipertensión y los problemas cardiovasculares es ampliamente conocida. En esta situación, parece plausible la hipótesis de que todos estos factores patogénicos pueden agravar los infartos agudos de miocardio en pacientes con apnea y afectar negativamente en su pronóstico a corto plazo. «Durante un infarto de miocardio agudo, los pacientes con apnea obstructiva del sueño presentan lesiones menos graves en comparación con los pacientes sin apnea», asegura el Dr. Ferrán Barbé, neumólogo y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
«El objetivo de nuestro estudio fue evaluar la influencia de la apnea en la gravedad y el pronóstico a corto plazo en pacientes ingresados por síndrome coronario agudo», explica. El Dr. Barbé, autor principal de dicho estudio, será el encargado de exponer el tema: «Efecto de la Apnea Obstructiva del Sueño en la gravedad y el pronóstico a corto plazo del Síndrome Coronario Agudo» en el 47º Congreso SEPAR, que se celebrará en Bilbao del 6 al 9 de Junio.
Los resultados de este estudio observacional, que es multicéntrico y se ha llevado a cabo en 14 hospitales españoles, sugieren que la apnea no influye en la gravedad ni en el pronóstico a corto plazo en los pacientes con síndrome coronario agudo. «Los datos obtenidos muestran que la gravedad y el pronóstico a corto plazo del síndrome coronario agudo son similares entre pacientes con o sin apnea. Es decir, la estancia en la Unidad de Enfermedades Coronarias, el número de días de ingreso, las complicaciones y la tasa de mortalidad fueron similares en ambos grupos», afirma el Dr. Barbé. A lo que añade, «aunque, cabe destacar que el incremento de vasos afectos en el grupo de pacientes con apnea podría relacionarse con un peor pronóstico a largo plazo».
Según la investigación, el impacto de la apnea obstructiva del sueño en este tipo de pacientes no es relevante para un empeoramiento de su calidad de vida y es por ello que deben de seguir el mismo protocolo de tratamiento. «El análisis de los resultados nos permite afirmar que no existe ninguna evidencia que sugiera la necesidad de realizar un abordaje específico de la apnea en pacientes con síndrome coronario agudo, ya que queda evidenciado que son dos factores de riesgo independientes», asegura el Dr. Barbé.
Asimismo, otra de las conclusiones que se desprende del estudio es el posible papel de protector cardíaco que desarrolla la apnea durante un infarto agudo de miocardio, seguramente producido por el pre condicionamento isquémico de este tipo de pacientes. «Los pacientes con apnea presentan menos lesiones cardíacas durante un infarto de miocardio. Los pacientes que sufren estos episodios cardiovasculares y que a la vez padecen un trastorno respiratorio del sueño, leve o moderado, pueden activar mecanismos de adaptación que podrían mejorar la función endotelial y proporcionar protección cardíaca durante un infarto agudo de miocardio», explica el Dr. Barbé.
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