Redacción, 15-03-18. La apnea obstructiva del sueño (AOS) se asocia a problemas de salud graves como la hipertensión arterial, el ictus, el infarto de miocardio, el cáncer, los trastornos neurocognitivos, la insuficiencia renal o la gota, entre otros.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) recuerda la importancia de esta enfermedad y de mantener unos buenos hábitos de sueño, con motivo la celebración del Día Mundial del Sueño, el próximo 16 de marzo, bajo el lema “Únete al mundo del sueño, conserva tus ritmos para disfrutar de la vida”.
Se estima que entre el 6 y el 10% de la población de mediana edad puede padecer apnea obstructiva del sueño cuyo principal factor de riesgo es la obesidad. No obstante, la apnea del sueño está infradiagnosticada en el 80% de los casos, por lo que los neumólogos de SEPAR reclaman una mayor búsqueda de este trastorno por parte de los médicos que atiendan a pacientes con factores de riesgo.
Mantener unos correctos hábitos de sueño es fundamental para preservar la salud. Los expertos aconsejan dormir entre 7 y 8 horas seguidas durante la noche y crear una atmósfera adecuada para el descanso. Al dormir, se gasta menos energía, agua y alimentos. “Conciliar bien el sueño durante la noche y dormir seguido ayuda a la recuperación del organismo”, comenta el Dr. Carlos J. Egea, neumólogo y coordinador del Área de Sueño de SEPAR.
La apnea del sueño provoca una afectación sistémica, por lo que muchos trastornos se relacionan con ella y tiene diversas consecuencias: somnolencia diurna; elevación de la presión arterial y el aumento del ritmo cardiaco, lo que conduce al desarrollo de hipertensión arterial; o falta de oxígeno (hipoxemia intermitente), que puede derivar en episodios como los infartos de miocardio o los ictus.
El tratamiento médico de la apnea del sueño es muy efectivo y se fundamenta en la aplicación de medidas higiénico-dietéticas para corregir su principal factor de riesgo, la obesidad, consistentes en perder peso y controlarlo y mejorar los hábitos de sueño y, en los casos más graves, se aplica la CPAP (siglas de presión positiva continua en la vía aérea), un dispositivo que suministra aire comprimido y que permite mantener la vía respiratoria abierta mientras se duerme.