Redacción, 05-09-2018.-La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha constatado en su informe de mayo 2018 los múltiples beneficios para la salud de la dieta mediterránea, considerada como una de las más saludables del mundo. En concreto, la OMS señala que la dieta mediterránea está directamente asociada con una menor tasa de mortalidad, gracias a sus efectos en la prevención de enfermedades cardiovasculares, enfermedades cognitivas, la diabetes tipo 2 y el cáncer.
En concreto, el vino, considerado un alimento tal y como expresa la Ley 24/2003 del 10 de junio de la viña y el vino, forma parte de este patrón alimentario y es una de las piezas claves. Además, según Isabel Bertomeu, nutricionista de la Fundación Dieta Mediterránea: “el vino forma parte de la identidad mediterránea, actúa por sí mismo como protector ante enfermedades coronarias”.
Se ha establecido un decálogo en el que se incorporan elementos cualitativos y cuantitativos respecto a la selección de alimentos.
- Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición: al ser un alimento rico en vitamina E, beta-carotenos y ácidos grasos monoinsaturados se le otorga propiedades cardioprotectoras.
- Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: Las verduras, hortalizas y frutas son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra de esta dieta y, además, aportan una gran cantidad de agua.
- El pan y los alimentos procedentes de cereales, deberían formar parte de la alimentación diaria: Los carbohidratos procedentes de estos alimentos aportan la energía necesaria para el ritmo de vida diario.
- Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados: Consumir los productos de temporada aporta mayor ingesta de nutrientes y disfrute de su aroma y sabor.
- Ingerir productos lácteos a diario: Estos alimentos son una gran fuente de proteínas de valor biológico, minerales y vitaminas.
- La carne roja, con moderación.
- Consumir pescado en abundancia y huevos con moderación: Como mínimo una o dos veces a la semana es recomendable comer pescado azul, ya que, a sus grasas, se le atribuyen propiedades protectoras frente a enfermedades cardiovasculares.
- La fruta fresca debería ser el postre habitual y los dulces y pasteles tendrían que consumirse ocasionalmente.
- El agua, bebida por excelencia, y el vino, con moderación y durante las comidas: El agua es fundamental y su aporte diario debería ser entre 1,5 y dos litros. El consumo recomendado es de una copa al día para las mujeres y dos para los hombres.
- Realizar actividad física todos los días.