Redacción, 08-03-18. Las personas mayores pueden presentar problemas a la hora de tragar los alimentos y líquidos por diversos motivos: alteraciones estructurales, como ausencia de piezas dentales, baja producción de saliva o lesiones en la lengua y las encías. Todo ello puede afectar a la anatomía de la orofaringe durante la deglución. Otro factor influyente es la prevalencia de enfermedades neurológicas y neurodegenerativas.
Tal y como recoge ‘Vithas Internacional’, la disfagia, que es como se conoce este trastorno, afecta a más del 60% de ancianos, porcentaje que se incrementa a un 84% si hablamos de pacientes con enfermedad de Alzheimer y que oscila entre el 35 y el 45% en el caso de los afectados por Parkinson.
Julio Ampuero, director del Instituto de Comunicación, Habla y Lenguaje de Vithas Internacional, explica que “la deglución es el proceso de transporte de los alimentos y líquidos desde la boca hasta el estómago y requiere la integridad física y funcional de diversas estructuras anatómicas y la correcta coordinación de las mismas”. Cuando este proceso de deglución se altera, se produce la disfagia, “caracterizada por la dificultad de mover el bolo alimenticio, de manera segura, desde la boca al estómago sin que aparezca la aspiración, es decir, sin que el material deglutido pase a la vía aérea”.
Puede producirse por diversas causas, como enfermedades del sistema nervioso central, desórdenes musculares y lesiones estructurales. Las consecuencias suelen ser graves, afirma Sara Magallanes, neurologopeda y especialista en Estudios Fónicos y Ciencia Vocal, “ya que afectan a la eficacia de la deglución y a la seguridad del paciente, produciendo deshidratación, malnutrición, pérdida de peso, aspiración, asfixia, neumonía e incluso la muerte”.