Redacción, 26-08-2016.-Durante el verano y el período vacacional es muy habitual acudir a las piscinas y a las playas con el fin de refrescarse, hecho que comúnmente se asocia al desgaste o erosión bucodental debido al contacto con el cloro y el agua salada. Sin embargo la realidad es muy diferente, ya que la exposición a estos elementos líquidos no afecta al estado de la salud bucodental.
Pese a que los enjuagues con agua y sal se emplean en odontología para la cicatrización de las heridas, dado que la sal drena el absceso y facilita la eliminación del dolor, no es recomendable realizar enjuagues con agua de mar, ya que esta suele tener restos de elementos que pueden perjudicar la salud bucodental como gasoil o basura. No obstante, la exposición al agua salada del mar no repercute en el estado de nuestra salud bucodental.
“En el caso del agua con cloro, con la que tenemos contacto en las piscinas cabe decir que la exposición habitual no es la suficiente como para dañar el esmalte dental” detalla Patricia Zubeldia, odontóloga de la Dirección Asistencial de Sanitas Dental. Sin embargo es necesario tomar una serie de medidas en las piscinas para evitar que el pH del agua pueda perjudicar al esmalte dental, especialmente en las localizadas en domicilios privados, donde el control de los elementos químicos es menor.
“Los niveles químicos del agua han de ser mantenidos de forma rigurosa para prevenir la erosión del esmalte y, en última instancia, es recomendable cepillarse los dientes con pasta dental fluorada después de acudir a la piscina” concluye Patricia Zubeldia.
Aunque un colectivo que tiene que prestar especial atención son los nadadores, ya que mantienen contacto con el agua de la piscina más de 6 horas semanales y exponen los dientes de forma continuada a agua tratada con productos químicos.