Redacción, 07-01-2013.- Investigadores del Instituto MIND de la Universidad de California en Davis, en Estados Unidos, han descubierto que las familias de niños pequeños con autismo y otros retrasos en el desarrollo a menudo usan tratamientos de la medicina complementaria y alternativa (CAM, en sus siglas en inglés) y que la mayoría de los usuarios frecuentes de enfoques convencionales y complementarios son aquellos con mayores niveles de educación e ingresos de los padres.
No existe un tratamiento médico aprobado por la agencia norteamericana del medicamento (FDA) para los síntomas principales del trastorno del espectro autista, una enfermedad del desarrollo neurológico permanente cuyas señas de identidad son los déficits en las relaciones sociales, pensamientos y comportamientos repetitivos y, a menudo, discapacidad intelectual.
En la búsqueda de tratamientos para ayudar a sus hijos, las familias pueden recurrir a métodos no convencionales como la medicina mente-cuerpo (por ejemplo, la meditación o la oración), los remedios homeopáticos, los probióticos, dietas alternativas o terapias más invasivas, como inyecciones de vitamina B-12, inmunoglobulina intravenosa o la terapia de quelación, algunas de las cuales conllevan riesgos significativos.
«En nuestro estudio de la población del norte de California, no parece que las familias usen tratamientos complementarios y alternativos debido a la falta de disponibilidad de los servicios convencionales, como han sugerido otros estudios, sino que más bien, se utilizan los tratamientos además de los enfoques convencionales», explica el director del trabajo, Robin Hansen, director del Centro para la Excelencia en Discapacidades del Desarrollo en el Instituto MIND y jefe de la División de Desarrollo del Comportamiento Pediátrico en la Escuela de Medicina de UC Davis.
La causa o las causas de la mayoría de los trastornos del desarrollo neurológico se desconocen y las condiciones no tienen cura. Muchos niños sufren de una amplia gama de síntomas asociados que pueden no estar directamente relacionados con su condición y que hacen estresante su vida cotidiana y la de sus familias. Estos síntomas incluyen irritabilidad, hiperactividad, problemas gastrointestinales y trastornos del sueño.
El estudio, que se publica en la edición digital de la revista ‘Journal of Behavioral and Developmental Pediatrics’, incluyó a casi 600 niños entre 2 y 5 años con autismo y retraso en el desarrollo que se inscribieron en el ‘Estudio del Riesgo Genético y Ambiental de Autismo en la Infancia’ (CHARGE, en sus siglas en inglés). De los participantes, 453 fueron diagnosticados con autismo y a 125 fueron se les detectó retraso en el desarrollo.
El uso de CAM es más común entre los niños con autismo que los niños diagnosticados con otro tipo de retraso en el desarrollo, en concreto, el 40 por ciento frente al 30 por ciento, respectivamente. Cerca del 7 por ciento de los niños con autismo llevaba una dieta sin gluten o sin caseína (una fosfoproteína presente en la leche y los productos lácteos), en particular los niños con problemas gastrointestinales frecuentes.
«Encontramos que la mayoría de las familias que utilizan terapias CAM estaban escogiendo las que eran de bajo riesgo», dijo Kathleen Angkustsiri, profesora asistente de desarrollo y conducta pediátricos y coautora del estudio. Sin embargo, un pequeño pero estadísticamente significativo número (4 por ciento) utilizaba tratamientos alternativos clasificados por el estudio como potencialmente inseguros, invasivos o no probados, como los medicamentos antifúngicos, la terapia de quelación e inyecciones de vitamina B- 12.
«Estos resultados subrayan la enorme y urgente necesidad de tratamientos eficaces y una investigación rigurosa que puede identificarlos y verificar su eficacia y seguridad», resume Hertz- Picciotto Irva, profesor de Ciencias de la Salud Pública e investigador principal del estudio CHARGE.
«Por supuesto, es razonable que los padres sigan buscando maneras de ayudar a sus hijos, cuando hay pocos tratamientos efectivos y ninguno que pueda ayudar a todos los niños», concluye.