Redacción, 12-03-2021.- Unas bacterias intestinales alimentadas con frutas, verduras y fibras protegen del coronavirus y mejoran la recuperación en caso de contraerlo. A partir de estas dos premisas de estudios científicos chinos y alemanes, la investigadora Yolanda Sanz trata desde el Instituto de Agroquímica de Alimentos (IATA) de descubrir la ‘Influencia del microbioma intestinal en la infección covid-19 y en la efectividad de la inmunoterapia en pacientes con cáncer’, una iniciativa financiada por la Plataforma Salud Global del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Tal y como recoge Diario de Mallorca, la salud depende de la nutrición de nuestra microbiota, de cómo alimentamos a los billones de bacterias, hongos y levaduras que colonizan el intestino desde que nacemos y que lo mismo protegen contra la obesidad o la depresión que disparan la inflamación presente en los pacientes más graves de coronavirus. Y esto es así porque la microbiota intestinal regula nuestro sistema inmunitario e influye en la predisposición o no a infecciones víricas y bacterianas.
Alteraciones en el microbioma de enfermos de Covid-19
«Estudios preliminares apuntan a que los enfermos con covid-19 presentan alteraciones en su microbioma«, explica Yolanda Sanz, quien junto a su equipo del IATA analizará durante un año la flora intestinal de niños sanos de Paterna (Valencia) y de sus familiares para ver, si contraen el coronavirus, cómo evolucionan esos ‘bichitos’, unos buenos y otros malos, pero determinantes en nuestra salud y en nuestra enfermedad.
La clave para disfrutar de una microbiota buena, en la que dominen las bacterias que nos protegen frente a la enfermedad, es una alimentación a base de frutas, verduras, legumbres y fibras, todas repletas de hidratos de carbono que son la comida de esas bacterias buenas. La dieta mediterránea ha demostrado ser una buena aliada de esos ‘bichitos’ protectores que generan ácidos antinflamatorios como el butirato.
Cuidado con el estrés
Y ojo con los antibióticos, prosigue la experta en bacterias, que alteran sin piedad la diversidad microbiana y, sobre todo, con el estrés. La ansiedad altera la función digestiva “en lo que llamamos la conexión intestino-cerebro». El estrés, como respuesta emocional, cambia la fisiología intestinal y la microbiota y “por otro lado, la microbiota también puede aumentar o reducir el estrés y alterar las emociones”, subraya.
Para disfrutar de un sistema inmunitario maduro desde la infancia, Yolanda Sanz recomienda siempre el parto vaginal, momento en que el intestino del recién nacido es colonizado por millones de bacterias a través de la microbiota materna, y la lactancia, también materna.
Y una buena noticia: la microbiota se puede modificar voluntariamente y mejorar su función inmunológica para evitar infecciones víricas y bacterianas en todo el organismo.