Redacción, 26-02-2015.- Tal y como explica el doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de la Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), «la subida de las temperaturas en marzo producirá síntomas intensos y prolongados en los alérgicos a cupresáceas».
Los cipreses y arizónicas son unos arbustos que pertenecen a la familia de las cupresáceas y no pierden sus hojas durante el invierno. Se plantan frecuentemente en parques, jardines, colegios o como seto delimitador en viviendas de urbanizaciones. Esta última utilización es probablemente la que más ha contribuido al exponencial incremento de los pólenes de cupresáceas durante las dos últimas décadas. «Las cupresáceas han pasado de ser unos pólenes anecdóticos, a representar una causa destacada de alergia a pólenes, provocando no sólo rinitis sino también episodios de asma en las personas sensibilizadas», apunta el experto en la web médicos y pacientes.
«Los estudios de polinosis llevados a cabo en la década de los 90 demostraban que sólo un 5% de los alérgicos a pólenes estaban sensibilizados a cupresáceas. Sin embargo, los datos actuales indican que este tipo de alergia oscila entre el 25% del total de alérgicos a pólenes en pequeñas ciudades, al 40% en grandes poblaciones, como Madrid, Barcelona o Sevilla, con mayor cantidad de parques, jardines, y urbanizaciones, suponiendo la tercera causa de alergia por pólenes, después de las gramíneas y el olivo», comenta el alergólogo. «La polinización de las arizónicas y cipreses suele coincidir con la floración de los almendros, y muchas personas achacan lo síntomas a estos. Los días de mucho viento es fácil ver las nubes de pólenes que se producen en cipreses y arizónicas».