Redacción, 17-05-2018.- La enfermedad arterial periférica es la obstrucción de grandes arterias, un síndrome muy común que afecta a un importante volumen de población adulta en todo el mundo. Se trata de una enfermedad que se vuelve más común con la edad, particularmente después de los 50 años. Puede afectar a más del 25% de las personas mayores de 70 años. Fumar es el factor de riesgo más importante para esta enfermedad. De hecho, el 80% de las personas que la sufren son fumadores activos o exfumadores. La diabetes también aumenta mucho el riesgo de este sufrimiento vascular; la presión arterial alta y el colesterol alto también contribuyen a ello, según ‘Quirónsalud’.
Las arterias periféricas transportan sangre del corazón a los brazos y las piernas. Las arterias periféricas de las piernas son extensiones de la arteria más grande de su cuerpo: la aorta. Ésta viaja a través de su región abdominal y se ramifica en las arterias ilíacas de cada pierna. Las arterias ilíacas se dividen en arterias más pequeñas y entregan sangre por las piernas hasta los dedos de los pies.
«Las arterias periféricas saludables son lisas y sin obstrucciones, permitiendo que la sangre fluya hacia las piernas y proporcionen oxígeno, glucosa y otros nutrientes que las piernas necesitan», explica el Dr. Enrique Puras Mallagray, jefe del Departamento de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital La Luz y del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Típicamente con la edad, expresa el doctor Puras, las arterias periféricas acumulan la placa arteriosclerótica, una estructura compuesta sobre todo de grasa colesterol y calcio. La placa reduce el paso dentro de las arterias y hace que se vuelvan rígidas. La enfermedad arterial periférica resulta cuando las arterias periféricas se vuelven demasiado estrechas u obstruidas y limitan el flujo sanguíneo a las piernas. Si no se trata puede causar dolor en las piernas, dificultad para caminar, dolor de reposo por la noche en la cama, úlceras que no cicatrizan o infecciones en los dedos o en los pies. El dolor ocurre porque los músculos de las piernas no están recibiendo suficiente oxígeno. Además, se puede asociar con otras condiciones arteriales graves que conducen a ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
El tratamiento médico se enfoca en reducir este riesgo cardiovascular y en mejorar la calidad de vida al aliviar el dolor que aparece al caminar. Cuidar bien los pies es importante y que el paciente vea sus propios pies diariamente también, porque una de las complicaciones más frecuentes pueden ser ulceraciones (llagas) que no consiguen sanar debido a la mala circulación.