Redacción, 27-02-2014.- La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia, y que tiene su origen en una interacción genética y ambiental, siendo más importante la parte ambiental o conductual, establecida por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético. Sin embargo, puede resultar simplista pensar que la obesidad sólo se debe a un consumo excesivo o a una actividad física deficiente. Estos son algunos de los aspectos principales abordados en el análisis científico “Etiología de la Obesidad: los ‘dos grandes’ y otros factores emergentes”, trabajo que ha servido de base para la elaboración del Documento de Consenso ‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?’.
Según el análisis, España se sitúa en la undécima posición de los países de la UE en los que menos actividad física y deporte se realiza.
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El 42 por ciento de la población española nunca realiza actividad física o deporte
Nuestro país se sitúa por detrás de Grecia, Bélgica, Portugal, Italia, Hungría, y Polonia, entre otros. Por el contrario, países como Suecia, Finlandia, Dinamarca, Eslovenia, Irlanda u Holanda, registran un porcentaje menor de personas inactivas.
Según el Prof. Dr. Lluìs Serra-Majem, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Presidente de la Fundación para la Investigación Nutricional, miembro de CIBER Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición, Instituto Carlos III, y autor de este análisis científico, “en la actualidad hay abiertas diversas vías de investigación en cuanto a los factores causantes de la obesidad, mereciendo especial atención la nutrigenómica y la microbiota”. Entre los factores principalmente asociados destaca especialmente aspectos como el estilo de vida o factores sociodemográficos como la edad y el género, el nivel cultural y socieconómico o la distribución geográfica. “En casi todos los estudios realizados con adultos residentes en España vemos cómo la prevalencia de obesidad es mayor en los hombres, y cómo esta aumenta según la edad es mayor” apunta.
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PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
El equilibro energético, la clave para la prevención y tratamiento de la obesidad. Según el análisis científico, la obesidad es el resultado de un balance energético positivo continuado, en el que la ingesta total de energía supera el gasto energético total. Así, el objetivo del tratamiento de la obesidad es revertir este balance mientras que el objetivo de la prevención de la obesidad es evitar que el balance energético se convierta en positivo.
“Los mensajes a la población para la prevención de la obesidad no se deben dividir en mensajes sobre la importancia de una correcta alimentación por un lado, y mensajes sobre la importancia de la actividad física por otro. Ambos deben ir juntos ya que son componentes de la misma ecuación”, añade el Prof. Serra-Majem.
Desde el punto de vista del equilibrio energético, es factible tener un mayor éxito en la prevención del aumento excesivo de peso que en el tratamiento de la obesidad. La razón se debe a que el sistema de equilibrio energético del organismo muestra una oposición más fuerte a la pérdida de peso que al aumento del mismo. Aunque hacen falta grandes cambios de comportamiento para reducir y mantener el peso corporal, pequeños cambios comportamentales pueden ser suficientes para prevenir la excesiva ganancia de peso. El concepto de equilibrio energético, junto a la comprensión sobre cómo el cuerpo logra este equilibrio puede ser un marco útil para el desarrollo de estrategias que contribuyan a reducir las tasas de obesidad.
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