Redacción, 09-07-2014.- El aumento de las temperaturas que tiene lugar en los primeros días de verano provoca en todo individuo un esfuerzo corporal para tratar de mantener la temperatura interior acorde con la exterior, lo que puede tener «consecuencias cerebrales» que deriven en un aumento de la ansiedad y en problemas para conciliar el sueño.
Así lo ha reconocido el vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), José Antonio López Rodríguez, que recuerda que la temperatura externa que el cuerpo necesita para dormir bien es aproximadamente 21 grados y con más calor se produce una hiperactivación del metabolismo para adaptarse y una activación cerebral que da lugar al citado incremento de los trastorno del sueño y la ansiedad.
«Ambos trastornos, ansiedad y falta de sueño, se complementan y se potencian el uno al otro, dando lugar a una espiral que es necesario frenar a tiempo para evitar posibles crisis», ha asegurado.
No obstante, López Rodríguez reconoce que se trata de un síndrome adaptativo que desaparece a los pocos días de surgir los primeros síntoma. De hecho, aunque en agosto las temperaturas suelen ser más altas que en julio, en estos días «el calor afecta en mayor medida». «Ahora nos estamos adaptando al cambio de temperatura, mientras que en agosto, ya estaremos más acostumbrados», ha añadido.