Redacción, 17-08-2018.- El dilema de la gallina y el huevo bien valdría para ilustrar el problema de la obesidad y su relación con las emociones. ¿Comemos porque estamos tristes y necesitamos una recompensa inmediata o al vernos obesos por un problema metabólico nos deprimimos? Las investigaciones, explica la psicóloga especializada en sobrepeso Laura Benítez, no aclaran con exactitud qué porcentajes atribuir a cada aspecto , pero sí la relación entre ambos, según recoge ‘Clínicas Origen’.
Se habla de obesidad psicógena cuando comemos por tristeza o ansiedad, con el fin de atenuar el malestar emocional de cualquier origen. Explica la experta que un rasgo distintivo de muchas personas con obesidad es la dificultad para identificar y expresar las propias emociones, lo cual provoca una ingesta excesiva como una estrategia mal adaptativa para “manejarlas”. Asimismo, la psicóloga de Clínicas Origen expresa que en momentos de inestabilidad emocional somos más propensos a consumir alimentos grasos, llegando a protagonizar grandes ingestas de comida.
Es lo que se denomina el «trastorno por atracón» , que, según la Asociación Psiquiátrica Americana, declara haber padecido entre el 20% y el 40% de las personas obesas. También conocido «trastorno de ingesta voraz» consiste en una ingesta desmesurada, que puede llegar a sobrepasar las 6000 calorías, y que, al contrario que la bulimia, no presenta episodios de vómitos.
Este tipo de conductas no saludables ofrecen la recompensa inmediata buscada a corto plazo, explica la psicóloga, pero a medio y largo plazo implican mayor aumento de peso, menor autoestima y menor calidad de vida. Se trata de un círculo vicioso, añade.
Es este uno de los motivos por los que hoy en día se considera multidiscilplinar el abordaje de la obesidad y el sobrepeso, ya calificados por la OMS como epidemia mundial. Para Laura Benítez, “ el éxito de un tratamiento de pérdida de peso difícilmente podrá mantenerse a lo largo del tiempo sin seguimiento y apoyo psicológico”.
La cirugía bariátrica está indicada para casos severos de sobrepeso y obesidad, para personas a quienes no funcionan las dietas y cuya salud está en peligro a causa de los kilos de más, incapacitantes e inmovilizantes. Técnicamente, como explican desde Minerva, la Unidad de cirugía bariátrica de Dorsia, la reducción de estómago puede indicarse para personas con un Índice de Masa Corporal entre 25 y 35, es decir, con un exceso de peso de entre 15 y 45 kilos. Con estos procedimientos, la pérdida de peso alcanza hasta el 40%-60%, de acuerdo con el método elegido. El motivo: controlar la motivación, tanto para adelgazar antes de la intervención, como para mantener los kilos que se van perdiendo tras la operación.