Redacción, 22-11-2017.- Los catarros y las gripes no son las únicas complicaciones de salud que llegan con el otoño. También lo son la disminución de la temperatura y la escasez de horas de sol ya que la vitamina D, fundamental para la correcta formación y óptimo mantenimiento de los huesos, se sintetiza mediante la radiación solar. En los meses más oscuros y fríos del año, su síntesis cutánea está limitada y los expertos alertan sobre la mayor prevalencia de deficiencia de vitamina D entre la población.
En concreto, en nuestro país, un 84% de la población joven y sana –en torno a los 26 años – tiene deficiencia de vitamina D; cifra que aumenta hasta el 87% en el caso de las personas mayores de 64 años(2) y a más de la mitad de la población general en España.
En España, la gran mayoría de regiones están por encima del Paralelo 35N y, por eso, los rayos solares solo inciden de forma efectiva sobre la piel en los meses de verano. Sin embargo, la absorción de vitamina D es fundamental en la prevención de osteoporosis o contracción muscular, y en la regulación del sistema inmunológico frente a determinadas enfermedades (artritis reumatoide, lupus, esclerosis múltiple, diabetes tipo 1, algunos tipos de cáncer…).
Recomendaciones clave.
Entre las principales recomendaciones para aumentar los niveles plasmáticos de 25-OH-D, el consejo farmacéutico debe centrarse siempre en:
- Exponerse al sol, a partir del otoño, al menos durante 30 minutos diarios para favorecer la absorción cutánea de vitamina D. A partir de enero, la exposición debe aumentar en la medida de lo posible.
- Apostar por una dieta rica en vitamina D aumentando la ingesta de alimentos como ciertos productos lácteos (queso, yogur, leche…), pescados grasos (como el salmón o el atún) o setas, entre otros.
- Combatir la deficiencia, si la hubiere, mediante tratamiento oral con los medicamentos disponibles (siempre bajo prescripción médica) o con suplementos orales de vitamina D.
Para conocer los niveles plasmáticos de 25-OH-D, es necesario un análisis de sangre. Posteriormente, es el profesional médico quien determina si es conveniente o no la prescripción de un tratamiento