Redacción, 17-03-18. El momento en que el niño comienza una etapa de maduración y autonomía, es capaz de comer solo aunque necesite ayuda para manejar el cuchillo, y ya mastica sin dificultad.
Según recoge ‘Efe Salud’, es una etapa donde se van consolidando la variedad y diversidad en los alimentos de la dieta, así como la adaptación progresiva a la nutrición del adulto.
“Es fundamental que incorpore buenos hábitos en el entorno familiar, aunque guarderías y colegios son un marco adecuado para transmitir y reforzar esta educación. La alimentación en la infancia y adolescencia determinará talla y peso del pequeño, y a su vez influirá en las normas de conducta alimentaria del adulto”, expone la nutricionista Laura González.
“La alta actividad física y el crecimiento de esta etapa necesita un aporte adecuado de energía y alimentos más nutritivos en relación con su tamaño; y aunque los efectos de una alimentación inadecuada no se manifiestan hasta la etapa adulta, ya se diagnostican casos de diabetes tipo 2 e hipercolesterolemia en niños y adolescentes”, expresa Laura.
La dieta debe ser variada en los tipos de platos, sabores, consistencias y cocciones. No se debe descuidar la ingesta de lácteos por su riqueza en proteínas y calcio, necesario para el crecimiento de los huesos.
La nutricionista recalca la importancia del desayuno diario antes de ir al colegio, con leche, fruta, pan y cereales.
Finalmente, evitar el exceso de sal y limitar el consumo de azúcar como golosinas, caramelos y bebidas refrescantes azucaradas es estratégico. Hay que tomar agua como bebida principal durante las comidas y entre ellas, afirma González.