Redacción, 16-10-2020.- La espirometría es la prueba de función respiratoria más importante y es la inicial en la valoración de la misma. Mide el aire que una persona es capaz de movilizar en función del tiempo. Informa de la capacidad pulmonar y la rapidez con la que somos capaces de movilizarla.
Tal y como recoge Quirónsalud, unos pulmones sanos deben tener una capacidad ajustada a su edad; talla y género y ser capaces de movilizar el aire con mucha rapidez (más del 70% de la capacidad debería movilizarse en el primer segundo).
Es una exploración fácil, reproducible, no invasiva y económica. Se ha extendido fuera de los laboratorios de función pulmonar de los Servicios de Neumología y actualmente también está presente en los centros de salud.
El estudio de la función pulmonar es uno de los elementos básicos en la evaluación diagnóstica de los pacientes con sospecha de enfermedades respiratorias, así como de su seguimiento.
De acuerdo a el jefe de servicio de Neumología del Hospital La Luz, doctor José María Echave-Sustaeta, la espirometría es imprescindible para el diagnóstico y seguimiento de las dos enfermedades crónicas respiratorias más frecuentes: el asma y la EPOC.
Este especialista destaca que, según un estudio muy reciente (EPISCAN II), la prevalencia de EPOC en la población española entre 40 y 80 años es del 12%, y el 75% desconoce que tiene la enfermedad porque nunca se le ha realizado una espirometría. La EPOC constituye la tercera causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer; y disponemos de tratamientos que han demostrado reducir dicha mortalidad.