Redacción, 18-02-2021.-Las personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) requieren del apoyo del ámbito de la educación, el sanitario y sociolaboral, pues solo una acción conjunta y transversal logrará que el trastorno limite la vida de estos pacientes lo mínimo posible. Sin embargo, el sistema no siempre cubre todas sus necesidades, por lo que la función de las asociaciones se hace imprescindible, sobre todo durante la pandemia de la COVID-19, que en muchos casos ha afectado de forma negativa a las personas con TDAH.
Conscientes de la labor que desarrollan estas entidades, desde Takeda han impulsado la I Edición de la Convocatoria de Ayudas Shibuya a Proyectos innovadores dirigidos a mejorar la atención a personas con TDAH.
Tal y como recoge Takeda, este trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia afecta en torno al 6% de niños y se mantiene en la edad adulta en más del 50% de los casos. La presidenta de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (FEAADAH) y miembro del Comité Evaluador de Shibuya, Maite Urkizu, afirma que “uno de los objetivos primordiales de las asociaciones y entidades sin ánimo de lucro de pacientes es ofrecer servicios que la Administración no siempre cubre en la atención a estas personas y sus familias”, motivo por el cual valora de forma tan positiva este tipo de iniciativas. “En el momento de crisis sanitaria, pero también social y económica, que estamos viviendo las asociaciones precisan más que nunca recursos económicos y apoyo de instituciones privadas que les permitan cubrir las necesidades de los pacientes, y cualquier convocatoria de ayudas repercutirá en las personas con TDAH”, señala.
En el terreno de la Sanidad, ve necesario mejorar la formación de los profesionales: “Muchos de ellos, psiquiatras y neurólogos, tienen el TDAH un poco descolocado, porque en su día a día tratan trastornos más graves, por lo que vemos fundamental incidir en su formación”, subraya.
Otro de los retos sanitarios es fomentar el diagnóstico precoz, pues una intervención temprana en los niños tiene un impacto positivo en la evolución del trastorno.
En la esfera escolar y educacional, Urkizu ve necesaria una intervención continuada.
“Hay que asumir que, aunque en la edad adulta el TDAH no se hace tan evidente, nos puede acompañar a lo largo de la vida, por lo que es necesario favorecer el apoyo psicopedagógico que muchos pacientes no tienen”, declara. A nivel social y laboral, considera que hay que trabajar para que la sociedad tome conciencia de las dificultades que estas personas tienen en su día a día y de sus necesidades, también una vez superada la adolescencia, pues el 2-3% de adultos con TDAH tiene sintomatología grave por lo que es preciso promover una mayor concienciación también en el entorno laboral.