Redacción, 23-12-2020.- La tortícolis o cervicalgia es un síntoma doloroso que puede presentar una intensidad variable y que, como explica la Sociedad Española de Medicina Interna (@Sociedad_SEMI), afecta a la columna cervical, el área de la columna vertebral que soporta el peso de nuestra cabeza. Lo hace siempre de una manera inestable, en «equilibrio», una inseguridad que se resuelve con la ayuda del buen posicionamiento de la cabeza y con la fuerza de los músculos que dan forma al cuello, principalmente el esternocleidomastoideo y aquellos situados en la zona posterior.
Tal y como recoge 65 y más, existen distintos tipos de tortícolis, desde la más habitual e «inofensiva», que puede originarse por un mal movimiento o una postura inadecuada, especialmente al dormir, hasta aquella que puede ser una manifestación de una enfermedad reumática o una consecuencia de un problema óseo (vértebras cervicales) o incluso neurológico.
Este es el motivo que justifica que, ante tortícolis recurrentes o permanentes, la consulta con el especialista sea una medida básica de prevención y cuidado de la salud.
Cómo se trata una tortícolis pasajera
Desde una ligera molestia hasta un dolor que se irradia hasta la espalda y los hombros, impidiendo casi cualquier movimiento de la cabeza, la gravedad de los síntomas de la cervicalgia varía pero, en cualquier caso, el reposo general, la toma de analgésicos o de algún relajante muscular, por indicación médica, son medidas que proporcionan alivio.
Además, cuando el origen es un mal movimiento o una postura inadecuada, la fisioterapia muestra su eficacia a la hora de combatir el dolor, favoreciendo la movilidad y eliminando una posible tensión acumulada o contractura leve.