Redacción, 19-02-2014.- Tres de cada cuatro mujeres sufren vulvovaginitis, infección de la vulva y la vagina frecuente en mujeres fértiles, al menos una vez en la vida, según datos presentados en el XIV Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM 14), que se celebra estos días en Madrid. Muchas de estas infecciones se repiten entre dos y cuatro veces al año en más de la mitad de los casos y se deben al hongo Candida. Para prevenir su aparición los expertos recomiendan cuidar la higiene íntima, llevar ropa adecuada, seguir una dieta sana y el uso de probióticos vaginales.
El uso de probióticos vaginales es cada vez más recomendado “tanto por los ginecólogos como desde la oficina de farmacia para la prevención de las vulvovaginitis ya que permite regenerar la flora vaginal y evita la reaparición de la candidiasis”, asegura la médica y farmacéutica Carme Pardo, ponente de SAMEM 14. Un estudio que será publicado en marzo en la revista Archives of Gynecology and obstetrics concluye como “la administración de probióticos que colonizan el tracto vaginal (lactobacilos) puede ser importante para el mantenimiento de una salud urogenital normal y para prevenir o tratar infecciones”.
La vulvovaginitis es muy habitual en mujeres en edad fértil y es poco frecuente en mujeres posmenopaúsicas debido “al descenso de estrógenos y al aumento de la atrofia vaginal durante esta etapa. De hecho, su incidencia aumenta con el inicio de la actividad sexual y sus síntomas suelen empeorar una semana antes del ciclo menstrual de la mujer”, indica la doctora Pardo. Se caracteriza por “escozor o picor vulvar, dolor, flujo vaginal, dolor o molestias durante el acto sexual o al orinar”, expone. Además, esta enfermedad afecta de manera directa a la calidad de vida de las pacientes. Diversos estudios han probado como “las hace sentir inadecuadas, enfermas, sienten dolor y les impide tener relaciones sociales o de pareja”, comenta la doctora.
El hongo Candida forma parte de la flora normal del cuerpo humano, se detecta en el tracto orointestinal en el 50% de los adultos, y “también puede aislarse en el tracto genital del 20% de las mujeres asintomáticas”, explica la doctora Pardo. Los cambios producidos en la flora vaginal normal, colonizada por lactobacilos, pueden dar lugar a un sobrecrecimiento de la Candida y al desarrollo de una vulvovaginitis. Las causas de ese aumento pueden ser “la toma de antibióticos, los niveles hormonales elevados durante el embarazo o los estados de inmunodepresión”, afirma.
El tratamiento “debe ser de fácil administración y tener buena aceptación por parte de la paciente para facilitar el cumplimiento, ser de acción fungicida y sintomática inmediata, con mínimos efectos secundarios, económico y que permita prevenir nuevas infecciones”, asegura la doctora Pardo.
En caso ser una vulvovaginitis no complicada “el tratamiento comprende la administración de antimicóticos o antifúngicos tanto intravaginales como orales, o también en cremas”, añade la doctora. En el caso de ser recurrentes y complicadas el tratamiento con antimicóticos será más largo. Además, recomienda una serie de medidas higiénicas entre las que se encuentran “evitar irritantes locales, como jabones o geles de ducha, evitar llevar ropa sintética y ajustada, mejor de algodón, o reducir la ingesta de hidratos de carbono ya que estos favorecen el hábitat de la Candida”.
Acudir al ginecólogo ante indicios
Lo más importante, según los ginecólogos presentes en SAMEM 14, es que “ante cualquier síntoma o indicio las mujeres acudan al especialista. Sobre todo si se cumplen algunas de estas condiciones: es la primera vez que se sufre o los síntomas son diferentes a episodios previos, si la paciente es menor de 16 o mayor de 60 años, si ha tenido hemorragia menstrual anormal o flujo sanguinolento, dolor en el bajo vientre o los síntomas no mejoran tras siete días de tratamiento”, aconseja el doctor Santiago Palacios, presidente de SAMEM 14 y director del Instituto Palacios.
En cualquier caso, el abordaje de la paciente con vulvovaginitis desde Atención Primaria debe comprender “el conocimiento de las situaciones clínicas que presentan signos y síntomas de alarma para derivar al ginecólogo, de los factores predisponentes, de las medidas higiénicas para tratarla y prevenirla y de los tratamientos disponibles y más adecuados para cada caso”, concluye el doctor.