Redacción, 23-05-2019.-La dieta mediterránea ha pasado las pruebas más difíciles de superar que son demostrar su adecuación nutricional, superar ensayos aleatorizados del mayor rigor, y mostrar alta sostenibilidad a largo plazo. En multitud de estudios epidemiológicos se ha demostrado que este patrón alimentario es eficaz para reducir los riesgos de enfermedad cardiovascular y otras enfermedades crónicas, según ha puesto de manifiesto el Dr. Miguel Ángel Martínez González, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra.
Tal y como recoge la Sociedad Española de Reumatología (SER), en el marco de la exposición de su conferencia magistral ‘Dieta mediterránea y salud’ durante el XLV Congreso Nacional de la SER, que se está celebrando en Valencia, el Dr. Martínez recuerda que “la dieta mediterránea ya ha demostrado la prevención de enfermedades cardiovasculares, y de otras como el cáncer de mama, la diabetes tipo 2, la depresión, el deterioro cognitivo y la mortalidad prematura”. Respecto a las enfermedades reumáticas, a su juicio, “hay pocos estudios concluyentes, pero algunos apuntan indirectamente a que podría tener un efecto protector relevante en la prevención y mejora del pronóstico del lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide”.
En este sentido, la Dra. Montserrat Romera Baurés, responsable de la Comisión de Comunicación de la SER, afirma que “la dieta mediterránea puede tener también un efecto protector por sus propiedades antiinflamatorias, por su capacidad antioxidante, y por su efecto sobre la obesidad y el síndrome metabólico”.
Asimismo, según la especialista, “existe una asociación positiva entre la adherencia a este tipo de dieta y una menor prevalencia de artrosis. Se ha demostrado que una ingesta elevada de ácidos grasos omega 6 induce inflamación sinovial y deterioro del cartílago articular. Por tanto, la dieta mediterránea previene la inflamación, la destrucción del cartílago y produce una disminución de los ácidos grasos omega 6, a favor de los ácidos grasos omega 3. En pacientes con artritis reumatoide se recomienda seguir este patrón alimenticio por sus beneficios sobre la inflamación y el dolor, así como sobre las comorbilidades que la acompañan”.