A finales de 2014, una meningitis casi se lleva a la tumba a Carlos Jaramillo. Estuvo cerca de 40 días hospitalizado y por momentos el pronóstico de los médicos era reservado. Para él, salir vivo de ese episodio fue un milagro que lo puso a reflexionar. Responsabilizó al estrés y a sus hábitos de la enfermedad que padeció, y pensó que si no cambiaba su estilo de vida podía volver al hospital o, peor aún, morir.
Por aquella época, era un médico cirujano de 29 años que creía ciegamente en la farmacología y en los tratamientos de medicina tradicionales. Pero en la búsqueda de las razones por las que había adquirido la meningitis y por sus acercamientos a la medicina funcional (un enfoque que intenta descubrir la raíz de las enfermedades) concluyó que los medicamentos y las cirugías no eran suficientes para tratar todas las enfermedades. Infirió que, para sanar, además del conocimiento tradicional, era necesario comprender cuáles son las principales “amenazas” para la salud, según recoge El País.