Redacción, 01-10-2022.-Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo y se estima que cada año fallecen 17,9 millones personas por dolencias de este tipo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Una mala dieta, el tabaquismo, el sobrepeso, el sedentarismo o la ingesta excesiva de alcohol son algunos de los factores que incrementan el riesgo de padecer cardiopatías que, en muchas ocasiones son enfermedades silenciosas.
“Aunque en algunos casos existen ciertas manifestaciones físicas que pueden ser indicio de un problema cardiovascular, como dolor en los brazos o el pecho, mareos o entumecimiento de ciertas partes del cuerpo, en ocasiones no se producen síntomas lo que aumenta el riesgo de sufrir infartos o accidentes cerebrovasculares de manera repentina”, explica Ignacio Lozano, jefe de servicio de Cardiología del Hospital Sanitas Virgen del Mar.
Los expertos de Sanitas han elaborado algunos consejos para cuidar adecuadamente de la salud del corazón:
Buena alimentación:
“La dieta mediterránea es idónea para preservar la salud cardiovascular pues garantiza la ingesta variada y equilibrada de productos frescos y nutrientes. Alimentos como las frutas y las verduras, las legumbres, el pescado, las grasas buenas como el aceite de oliva o frutos secos naturales y las carnes magras son imprescindibles para una dieta saludable”, señala Patricia Escribano, nutricionista de BluaU de Sanitas.
Eliminar el tabaco:
Las sustancias tóxicas del tabaco provocan la obstrucción de las arterias, dificultando el transporte de la sangre; aumentan la viscosidad de la sangre, favoreciendo la trombosis y favorece la producción de grasa central.
Evitar el estrés:
El estrés o la ansiedad están directamente relacionadas con el riesgo cardiovascular, sobre todo en aquellas personas que los padecen de manera crónica. El aumento de la presión arterial o las arritmias son las consecuencias más frecuentes de los altos niveles de estrés.
Actividad física regular:
El ejercicio físico fortalece el corazón al hacerlo latir más fuerte, se libera más oxígeno en los músculos y aumenta la eficiencia del corazón, necesitando un menor número de latidos en reposo. Además, el ejercicio aumenta el colesterol HDL, el conocido como colesterol bueno, ya que actúa como protector de las arterias.
Seguimiento médico:
Factores como el envejecimiento, la predisposición genética o los cambios hormonales como la menopausia pueden desencadenar patologías cardiovasculares.