Redacción, 04-12-2022.- Los profesionales sanitarios se han enfrentado en primera persona a la crisis de salud más grave en un siglo y a la de mayor envergadura de la era moderna. Y lo han hecho a costa de su salud, tanto física como mental; y en algunos casos, a costa de su propia vida.
Tal y como recoge Futurs, más de un centenar de médicos ha muerto en España desde que estalló la pandemia. Miles de profesionales de la salud se han contagiado de COVID una o varias veces, lo que genera un constante flujo de bajas que no siempre pueden asumir unas plantillas sometidas a gran estrés por la situación sanitaria y las carencias crónicas que sufre el sistema de salud. Esto provoca un cuello de botella que no hace más que incrementarse. La dificultad se presenta, sobre todo, a la hora de dar cobertura cuando se fusionan permisos, bajas y un incremento de los pacientes, lo que provoca nuevos colapsos y tensiona todavía más la situación.
Para 2030, la Organización Mundial de la Salud prevé una carencia de 10,1 millones de profesionales sanitarios cualificados. Esta escasez de personal se pone de manifiesto como uno de los mayores obstáculos para la eficacia de los sistemas de salud. De hecho, las comunidades autónomas se han visto en la tesitura de tener que contratar a facultativos extracomunitarios sin MIR, amparándose en el Real Decreto-ley 30/2021, que permite contratar a médicos con el título de especialista obtenido en Estados no miembros de la Unión Europea, sin que estos estén expresamente homologados.
Durante este mes de noviembre ya hemos visto las primeras consecuencias del tensionado sistema sanitario. La escasez de profesionales asistenciales ha desatado la primera crisis en la Comunidad de Madrid, pero lo cierto es que son muchas las Comunidades Autónomas que se encuentran en una situación límite. Así lo reconocía el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero: “La escasez de médicos es un problema de Estado y hay que tratarlo como tal”.