Redacción, 01-05-2023.- La piel es uno de los primeros órganos en envejecer. La disminución del grosor y de la vascularización de la dermis producen en las personas mayores flacidez e hipotermia. Los cambios en la estructura y resistencia de la piel que presenta la población geriátrica favorecen la aparición de lesiones. La piel se debilita y se suman factores de riesgo como caídas, fricción, encamamiento e incontinencia, que pueden agravar la situación.
Tal y como recoge Deia, así, se puede hablar de lesiones asociadas a la dependencia:
• Lesiones por humedad: piel con inflamación, en la que se produce una erosión, normalmente sin profundidad, en la que se da una pérdida de las capas superficiales.
• Lesiones por fricción: lesión localizada en la piel provocada por el roce del paciente con una superficie paralela.
• Lesiones por presión: las úlceras por presión (UPP), heridas crónicas que afectan a la piel y a los tejidos blandos, produciendo isquemia (falta de riego en la zona) y necrosis (muerte) celular.
• Lesiones combinadas: humedad-fricción; fricción-presión; presión-humedad; y multifactoriales.
Factores de riesgo
Se pueden citar: incontinencia, mantenimiento prolongado de las posturas, alteraciones de la circulación periférica, estado nutricional deficiente y uso de materiales que favorecen el acúmulo de humedad. Una vez identificados estos factores de riesgo, se puede desarrollar un plan de cuidados de la piel individualizado y continuado en el tiempo.
Estos cuidados implican mantener la viabilidad de la piel del paciente, cerciorarse de que esté limpia, aliviar la presión capilar de la piel y asegurar el correcto estado nutricional. El abordaje global e interdisciplinar, junto con el uso de películas-barrera siliconadas, ha mejorado el confort y evolución de las lesiones y ha reducido el tiempo de cura.